La Sagrada Biblia dice que Jesús NO murió
En mi obra Los muertos no mueren, resalto que, si Dios Lo resucitó a Jesús de los muertos, es porque, ipso facto, hay vida más allá de la “muerte”. Observemos bien lo que está escrito en el Evangelio, según San Juan, 13:1: “Antes de la Fiesta de la Pascua, Jesús sabía que su hora había llegado para pasar de este mundo y volver al Padre. A Sus Hermanos que estaban en el mundo los había amado, y los amó hasta el fin”.
¿Se dieron cuenta? El Evangelio no dice que Jesús moriría, sino que iría “pasar de este mundo y volver al Padre”. El Cristo de Dios derrotó a la muerte. Con esto nos capacita a superar cualquier dificultad aparentemente insuperable. Es el innegable “Mensaje de la Tumba Vacía” —título de una circular que escribí en la madrugada del lunes 25 de agosto de 1997, en Rio de Janeiro, Brasil. En ella, con emoción, explicité: con la Resurrección de Jesús, la muerte dejó de ser el lúgubre ingreso a la Nada; porque, en realidad, es la esplendorosa revelación de que la felicidad en Dios, el Proveedor de todas las carencias, es eterna, como también las realizaciones del Bien son perennes, en la Tierra y en el Espacio. Respetemos la vida, y ella nos bendecirá. Cuando el Celestial Amigo reveló la Tumba Vacía, acabó con los imposibles, porque resucitó, como lo había prometido, de la muerte a la eternidad. Y nosotros con Él. ¡Gracias a Dios!
Sobre lo que San Pablo dice: “se corrompió”, “no se corrompió”, él se refiere al cuerpo humano1. Cuando morimos, el cuerpo se corrompe, es decir, tiene mal olor; al deshacerse, aparecen los gusanos. Esto no sucedió con el Cristo. Él resucitó. Algunos consideran que el Divino Maestro no tenía el envase físico similar al nuestro. Otros lo consideran una blasfemia. Pero podemos razonar: hay tantas formas corpóreas que no logramos ver tan solo con los ojos, por ejemplo, las microscópicas y las que son solamente anticipadas por el cálculo abstracto. También está el tema del viento: nadie lo ve; sin embargo, él es real, y lo percibimos por sus efectos, así como la electricidad y el magnetismo. Nikola Tesla (1856-1943), realizó un sinnúmero de experimentos explorando sus particularidades, y muchas tecnologías derivan de ello. En lo que se refiere a la luz, la visualizamos, pero solo después de Einstein (1879-1955) supimos cuántas propiedades posee en los más diversos ámbitos de la física que ni siquiera imaginábamos. ¡Existen tantas cosas que nuestros sentidos todavía no identifican!
¿Será que solamente nosotros, los terrenales, habitamos los universos? ¿O todo lo que en ellos habita tiene que parecerse a nosotros?
Los propios Espíritus de nuestros seres queridos siguen vivos. Sin embargo, todavía son pocos los individuos que poseen el don divino desarrollado para visualizar a los seres desencarnados. Y cuántas veces las Almas se acercan a nosotros y las alejamos, cruelmente temerosos, por el ridículo miedo a los “fantasmas”. Debemos sentir miedo, para argumentar, de los obsesores, espíritus malignos que desean nuestro mal. Pero, los seres de las tinieblas jamás alcanzarán su intento y tampoco se acercarán a nosotros, si nos mantenemos en la sintonía elevada con los Espíritus Divinos, nuestros Ángeles Guardianes, Almas Benditas, Deidades Tutelares, pues estaremos iluminados por el Bien. Esta es la gran lección que refuerzo en mi obra La Misión de los Setenta y el “lobo invisible”2 (2018).
¡Es urgente derrumbar tantas cosas de la ignorancia humana! Jesús habla de un Reino Espiritual Eterno. ¿Cómo que no existen los Espíritus?
En mi libro Apocalipsis sin Miedo (2000), reproduzco esta meditación del aplaudido escritor británico Graham Greene (1904-1991): “Nuestro mundo no es el universo. Quizá haya un lugar donde Jesucristo no ha muerto”.
Esa dimensión espléndida, múltiple, infinita existe; y Jesús, el Buen Pastor, la dejó expresa en Su Buena Nueva, según San Juan, 14:1 al 3. Se trata de una confortante revelación a Sus seguidores que, durante milenios, perseveraron hasta el fin:
Jesús conforta a los Discípulos
1 No se turbe su corazón: ustedes creen en Dios; crean también en mí.
2 En la casa de mi Padre [el universo] hay muchas moradas [dimensiones]. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes.
3 Y si Me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde Yo esté, también ustedes estén.
Tan magnífico lugar se inicia en nuestro corazón integrado en Dios.
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1 El autor se refiere al pasaje de los Hechos de los Apóstoles de Jesús, 13:29 al 37, en el que San Pablo Apóstol pronuncia un extraordinario discurso en la sinagoga Antioquía de Pisidia.
2 La Misión de los Setenta y el “lobo invisible” (2018): libro del escritor Paiva Netto en que nos invita a estudiar, versículo a versículo, “La Misión de los Setenta Discípulos de Jesús” (Evangelio, según San Lucas, 10:1 al 24). En ella, denuncia la acción del “lobo invisible”, el espíritu obsesor, que a tantas tragedias viene arrastrando individuos, familias, sociedades, gobiernos, países.
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