El Mundo Espiritual no es una abstracción
Al hablar de la Vida Extrafísica, me refiero a la existencia vigente tras el fenómeno llamado muerte. El Mundo Espiritual, me gusta reiterar, no es algo abstracto, indefinido; realmente existe, lleno de vibración y trabajo. No lo vemos todavía, por una cuestión de frecuencia, obstáculo a ser develado por la actividad científica y suplantado por la evolución de los sentidos físicos, que se abrirán hacia nuevos cielos y nuevos mundos. Dijo Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista: “(...) Mi Padre no cesa de trabajar, y Yo con Él. (...) No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde Yo esté, vosotros también estéis conmigo” (Evangelio, según San Juan, 5:17 y 14:1 al 3).
De modo claro, se establecen en la palabra del Divino Pedagogo, la existencia y la actuación activa, militante, del Mundo Espiritual sobre el material, como por ejemplo por medio de los Ángeles Guardianes. De este modo, es necesario que todos estemos conscientes de este intercambio y sepamos lidiar con esa realidad aún invisible.
Rui Barbosa (1849-1923), notable jurisconsulto brasileño, periodista, escritor, embajador, diplomático (denominado “Águila de La Haya”), parlamentario, Ministro de Hacienda, estadista, captó este sublime propósito: “La muerte no extingue, transforma; no aniquila, renueva; no se divorcia, se acerca”.
El Profeta Muhammad (560-632) —“¡Que la paz y las bendiciones de Dios sean con él!”— registra en el Corán Sagrado: “El hombre tiene [Ángeles] custodios por delante y por detrás, que lo protegen por orden de Dios”.
La ocasión me recuerda el pronunciamiento del papa Juan Pablo II (1920-2005), el 2 de noviembre de 1983, al dirigirse a los fieles reunidos en el Vaticano. En él, Su Santidad enfatiza que el diálogo con los muertos no debe ser interrumpido: “Estamos invitados a reanudar con los muertos, en lo íntimo del corazón, el diálogo que la muerte no debe interrumpir. (…) Por la palabra reveladora de Cristo, el Redentor, nosotros estamos seguros de la inmortalidad del alma. En realidad, la vida no se cierra en el horizonte de este mundo (...)”. La negrita es mía.
De ahí la necesidad de meditar sobre este punto. Es comprensible que sintamos la falta de los que partieron. Sin embargo, no nos debemos exceder en lágrimas, porque nuestro dolor, aunque comprensible, en el Plano Espiritual puede perturbar su adaptación a la nueva coyuntura.
Y prosigo en el mismo documento: (...) La Doctora en Lengua Hebrea, Literatura y Cultura Judía por la Universidad de São Paulo (USP), Brasil, la profesora Jane Bichmacher de Glasman explica que, “en el pensamiento judío, la vida y la muerte forman un todo, siendo aspectos diferentes de la misma realidad, complementarias la una de la otra”.
Por lo tanto, vemos que sin el Mundo Espiritual, la jornada humana no tendría sentido.
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