La realidad de la Vida en otras dimensiones
Estamos realizando en el mundo una tarea fundamental en la promoción del Desarrollo Social y Sostenible, Educación y Cultura, Arte y Deporte, con Espiritualidad Ecuménica, para que haya Conciencia Socioambiental, Alimentación, Seguridad, Salud y Trabajo para todos sus integrantes, despertando en ellos la Ciudadanía Planetaria. Pero, para que exista la Espiritualidad Universal, se necesita que esa obra de Educación y Cultura se haga también con la Espiritualidad. ¿Observaron el detalle? Con la Espiritualidad Superior.
¿Son invisibles nuestros amigos del Mundo Espiritual? Un día seremos tan invisibles como ellos, lo que no significa que hayamos muerto, convirtiéndonos en el polvo de la tierra, como algunos también prefieren, pensando que la muerte acaba con todo. Evidentemente en lo que respecta al cuerpo material —que vino de la tierra y a la tierra volverá— sucede de esa manera, conforme podemos leer en el Antiguo Testamento de la Santa Biblia, Eclesiastés, 3:20: “Recuerda, hombre, que eres polvo, y al polvo volverá”. Sin embargo, tales palabras del profeta no se aplican al Espíritu, que es eterno y del que Jesús habló: “La carne para nada sirve. El Espíritu es el que da vida” (Evangelio de Jesús, según San Juan, 3:8 y 6:63).
La Humanidad Espiritual es hasta hoy invisible a nuestros ojos materiales, pero ella existe. El Mundo Espiritual no es una abstracción.
La Ciencia investiga la posibilidad de la existencia en diferentes dimensiones, además de también investigar la vida en otros planos materiales, astros, sistemas, galaxias, porque sería una arrogancia humana pretender que no exista vida fuera del planeta Tierra. Si los de Buena Voluntad no se unieren, lo que sucederá, justamente provocado por esa soberbia sin razón, es que la vida podrá dejar de existir en el planeta, porque aún existen inmoderados con armas potentísimas. Hay en su poder artefactos poderosos, no solo nucleares, sino también químicos, bacteriológicos y otros. Lo que demuestra que la Humanidad, o por lo menos algunos de los que se encuentran al frente de ella necesitan reflexionar mejor. En el interior de esos líderes habita un temor que provoca esa defensa contra fantasmas concebidos en sus mentes, y ellos se arman, se arman, se arman... sin hablar de la ganancia sin frenos. Mientras tanto, los pueblos permanecen hambrientos, hambrientos, hambrientos... porque es inadmisible lo que se gasta en arsenales hasta hoy, aun después de la caída del Muro de Berlín (1989), cuando los pueblos pudieron respirar un poco mejor, en virtud del fin de la guerra fría. Pero, el peligro continúa, porque el odio, la codicia y la insolencia todavía atormentan los corazones humanos. (...)
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