El cosmos es música
Los meses de octubre y noviembre están marcados por fechas que nos recuerdan la genialidad de dos de los más famosos compositores brasileños: Heitor Villa-Lobos y Claudio Santoro. Eso es porque el 1° de octubre conmemoramos el Día Internacional de la Música. Ya en noviembre, día 17, del año 1959, regresaba a la Gran Patria Espiritual el consagrado carioca Villa-Lobos. En la edición n°220 de la revista Buena Voluntad, rendí homenaje a su memoria. También en noviembre, día 23, pero del año 1919, nacía el ilustre maestro manauara*1, Claudio Santoro, cuya "Sinfonía de Paz" - grabada bajo su dirección por la Orquesta del Estado y el Coro Stepanov, de Moscú, Rusia— abre mi prédica del Evangelio de Jesús en la Super Red Buena Voluntad de Comunicación.
Como admirador de los genios de la cultura planetaria, reconozco que la música tiene un papel trascendente de elevación del ser humano, y siempre que puedo utilizo el tesoro melódico para establecer analogía entre él y los presagios divinos con el fin de facilitar la comprensión de la gente acerca del código aparentemente indescifrable del Apocalipsis Jesús. El escritor y crítico literario, José Geraldo Nogueira Moutinho, en "Musicália", explica que "la música absorbe el caos y lo ordena."
En mi libro Apocalipsis Sin Miedo (1999), en el capítulo "Apocalipsis y universalismo", comento que Arturo Toscanini enseñaba, mutatis mutandis, que oír música no es escuchar las notas. De hecho, deleitarse con el gran arte de Verdi, Tchaikovsky, Wagner, Borodin, Schumann, Debussy, Ravel, Grieg, Sibelius, Irving Berlin, Gershwin, Grofé, Chiquinha Gonzaga, Noel, Cartola, Caymmi, Jobim, João Gilberto, Caetano, Gil, Chico Buarque, Toquinho, Guerra Peixe, Carlos Gomes, el Padre José Maurício, Francisco Braga, Lorenzo Fernández, Augusto y Alberto Nepomuceno, Guerra Vicente, y muchos más, es integrarse en el sentimiento del mensaje melódico que el compositor quiso transmitir al oyente.
Lo mismo sucede con el Apocalipsis, su mensaje no está en la letra, "que mata", sino en el espíritu de salvación que, por medio del amor de Quien fraternalmente advierte, desciende del Creador a la criatura.
Para qué existe el Mensaje Divino
En la prédica ecuménica del Evangelio-Apocalipsis, trato siempre de resaltar la parte de Dios que habita en cada ser humano, ya sea religioso o ateo; amarillo, blanco, negro o mestizo; civil o militar; analfabeto o letrado; de ideología de derecha, izquierda, centro, o incluso no partidarios.
Si el hombre no busca la solidaridad en la vivencia individual o colectiva, ¿dónde vamos a parar?
El cosmos es música; en la definición de Paul Claudel (1868-1955), "es el alma de la geometría". Por lo tanto, tenemos que encontrar los sonidos que, con amplitud universal, nos confraternicen a todos. Para eso está el Mensaje de Dios, que se opone sinceramente a la intolerancia inexcusable.
Trompetas y compositores
Aun, en el mismo libro citado, en el capítulo "Trompetas y compositores", señalé que hasta hoy hay quienes exclaman: "El Apocalipsis es el desamor de Dios para con la Humanidad." ¿Estarán en lo cierto? Veremos que no.
¡Vamos por partes! ¿Qué dice la sabiduría antigua? "El pensamiento es el sastre del destino."
Con nuestras ideas y acciones, acabamos por desvendar nuestra intimidad. Jesús, el Cristo Ecuménico, es decir, Universal, el Divino Estadista, declara esto en el Evangelio, según San Lucas 6:45: "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque habla la boca de lo que está lleno el corazón."
Por lo tanto, los Ángeles de las Siete Trompetas, que en el análisis simple, significan hechos políticos y hechos político-guerreros, cuando las tocan, no lo hacen aleatoriamente. Están exteriorizando lo que los Siete Sellos (Apocalipsis, capítulos 6 y 8) revelaron acerca de nuestros sentimientos, expresados en la partitura musical que compusimos con nuestras actitudes. Somos nosotros quienes producimos la melodía trágica o bella, que será ejecutada por los Ángeles. Por lo tanto, somos nosotros quienes trazamos el Apocalipsis cuando respetamos o infringimos las normas del Creador.
En La Divina Comedia – "Paraíso", "Canto XXII"-, Dante Alighieri (1265-1321) ilustra poéticamente la justicia de Dios: "Nunca se apura la espada celestial, / ni se atrasa, sino por la opinión / de quien la invoca o teme".
A su vez, el periodista, conductor de radio y poeta, Alziro Zarur (1914-1979), fundador de la Legión de la Buena Voluntad, sentencia: "La Ley Divina, juzgando el pasado de hombres, pueblos y naciones, determina su futuro."
Derechos, deberes y Apocalipsis
Si pensamos solo en los derechos y nos olvidamos de los deberes, mañana se nos cobrará por los deberes y se nos quitarán los derechos.
No queramos que nuestro Padre Celestial nos trate como niños, cuando insistimos en ser adultos. Cabe aquí, perfectamente, este pensamiento del escritor francés Martin Du Gard (1881-1958): "No hay orden verdadero sin la justicia".
Por supuesto que, en cuanto a los actos dignificantes que realicemos, el Apocalipsis presentará composiciones maravillosas para aquellos que merecen un mundo mejor en los milenios venideros. Siempre viviremos, porque la eternidad es real y la ley de las vidas sucesivas es ordenación divina. Zarur conceptualizaba: "La reencarnación es la clave de la profecía."
Por lo tanto, es necesario afinar los corazones de los pueblos al diapasón de Dios.
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*1 Manaura: persona que es natural de la ciudad de Manaus, estado del Amazonas, Brasil.
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