Einstein, Planck y la frecuencia del Espíritu

Fuente: Reflexión de Buena Voluntad extraída de la entrevista concedida por Paiva Netto a la periodista portuguesa Ana Serra, acerca de su libro Reflexiones del Alma, lanzado en tierras lusitanas por la Editorial Pergaminho, en 2008.
Reprodução BV

Albert Einstein

Cuando Albert Einstein (1879-1955) revolucionó la Física con su teoría de la relatividad, comprendida en la extraordinaria ecuación E = mc2, nadie más pudo referirse a la masa y a la energía como cosas distintas, porque una es la otra en condición diversa. De la misma forma, el padre de la física cuántica, Max Planck (1858-1947), enunció el E = hν, trayendo otra equivalencia entre las grandezas científicas. Se trata, por lo tanto, de una cuestión de frecuencia. Así, mutatis mutandis, sucede entre materia y Espíritu. El cuerpo humano (masa), Usted ve, toca, siente el olor, oye, y de tal modo “comprueba” una “realidad” palpable. Con la energía (Espíritu), esto no sucede. Pero, no significa que la energía no exista, pues el efecto de su acción se extiende por todas partes. Nuestros cinco sentidos materiales comúnmente conocidos, son (aún) muy defectuosos ante los acontecimientos verdaderos, (todavía) invisibles, que nos rodean. Con la excepción de los que tienen especial sensibilidad mediúnica, el llamado sexto sentido —que puede muy bien no ser el último—, para captar del Mundo Espiritual lo que el ser terrenal común hasta ahora no se percata.

Negar el Espíritu es repudiar al átomo

Reprodução BV

Graça Aranha

Si vamos a cuestionar la presencia viva de los Espíritus, empecemos entonces por negar la existencia del átomo, que continúa imperceptible a los ojos humanos desarmados, pero existe. Parece una cosa loca a la mentalidad acostumbrada a proseguir actuando con el orgulloso pensamiento geoantropocéntrico, incluso cuando se sabe que la Tierra no es el centro del Universo y el ser humano una fracción, de fracción, de fracción del Cosmos. Graça Aranha (1868-1931), el célebre autor de Canaã, uno de los miembros fundadores de la Academia Brasileña de Letras, nos abre la mente hacia el saber infinito, al declarar que “la marcha de la Ciencia es como la nuestra en la planicie del desierto: el horizonte se esconde siempre”.

shutterstock

De la búsqueda intelectual a la búsqueda espiritual

Reprodução BV

Galileu Galilei

Ahora bien, la Ciencia es una búsqueda intelectual constante. Llegará el día en que todos comprenderán que su suprema característica será la de la búsqueda espiritual permanente. Como afirmamos aquí, hay una Ciencia de las esferas divinas más allá de la Ciencia de la dimensión humana. También, hay muchos pensadores y académicos que valientemente se dedican a descubrir esos considerados “misterios”. Y se encuentran en el camino correcto que científicos de vanguardia, de élite, están siguiendo por siglos, enfrentando tabús alimentados por sus colegas. Un ejemplo general, que no carece de justificación, es Galileo Galilei (1564-1642). Pasaron más de 400 años desde las primeras observaciones telescópicas del cielo realizadas por el “abuelo de la física”.

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.