Francisco
Fraternalmente saludamos la llegada a Brasil del Papa Francisco, reconocido ejemplo de humanidad. Él viene a la Jornada Mundial de la Juventud (Rio 2013). ¡El joven es el futuro en el presente!
Al ser electo obispo de Roma, como le gusta ser llamado, en su noble modestia, el argentino Bergoglio seleccionó el nombre del poverello de Asís, Francisco, que, por cierto, es el patrono de la Legión de la Buena Voluntad.
Por lo tanto, es con satisfacción que vemos en él un propósito similar de vida a la del Santo protector de la Naturaleza, en su preocupación por los pobres. Con Jesús, el Cristo Ecuménico, aprendemos que el Amor Divino es el perfecto orden que orienta a la sociedad hacia tiempos mejores, de respeto a las diferentes culturas y etnias del planeta que nos abriga.
La perseverancia de los jóvenes en la militancia del Bien solo puede traer beneficios a las comunidades. Por esto, la recomendación evangélica de Jesús, el Profeta Divino — “amaos los unos a los otros como Yo os amé”, San Juan, 13:34 —, debe iluminar constantemente la misión de los que viven y trabajan por la Caridad — sinónimo de Amor — y por la Paz.
RENACIMIENTO DEL ESPÍRITU DIVINO
Y para saludar el Día de la Caridad, 19 de julio, en su elevado alcance, les presento algunos fragmentos de mi libro “Reflexiones del Alma”, en el que afirmo que — la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo es la más diligente dialéctica, siempre realizadora y actual — por más que pase el tiempo —, ya que es fraterna y generosa. Habla al corazón, no solamente al cerebro, sustentándolos en la “Paz que el mundo no les puede dar” (Evangelio según San Juan, 14:27). De ahí la capacidad de curarlos, teniendo como punto de partida la mente. Cuida del cuerpo humano en su aspecto integral, proclamándolo como la morada del Espíritu durante la reencarnación. (...)
La Tierra es un Centro Educativo Divino donde se imparten las nobles lecciones de Jesús, el Catedrático Celestial. La gran reforma de esa Universidad Sublime es superior al Renacimiento que se dio en Europa, anteriormente preparado por los musulmanes, que fueron, en la Antigüedad histórica, a buscar la sabiduría olvidada de los griegos. En el Occidente surgieron figuras notables, como por ejemplo Da Vinci, Michelangelo, Cellini, Raffaello, Giovanni Pico della Mirandola, Pietro Pomponazzi. Esos, entre otros, pasaron en la Historia como ilustres símbolos del Renacimiento, movimiento artístico, literario y científico (del cual Galileo Galilei es exponente), que floreció en el Viejo Continente durante el período que corresponde a la Baja Edad Media y al inicio de la Era Moderna, del siglo XIV al XVI. El Universalismo, una de las principales características de la época renacentista, considera que la persona debe desarrollar todas las áreas del conocimiento.
¡Pero la conciencia que ha de brillar en el mundo es mucho más que eso! Es la nueva Resurrección de Cristo y de todos aquellos que se complacen con el verdadero Bien que desciende de Dios a este mundo. Se trata del definitivo Renacimiento del Espíritu Divino, al beneficiar a cada ser humano y a toda la sociedad ansiosa de Luz, aun cuando no lo perciban.
Depositemos nuestra Fe Realizadora en el Poder Celestial, en la vida y en el progreso. En fin, mantengamos el ánimo, confiando en la habilidad del ser humano y de su Espíritu Eterno. Con respeto y esperanza debemos motivarlo. Luchemos, pues, de forma incesante — como propone Alziro Zarur (1914-1979), en su “Poema de la Amistad” — para, “aun a rastras, intentar traer el paraíso a la Tierra”.
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