Nadie está perdido
En mi libro Jesús, el Profeta Divino (2011), les hago esta provocación: ¿ustedes quieren vencerse y vencer? Dejen que Jesús coexista en sus Espíritus y que María Santísima consuele maternalmente sus corazones en los momentos rudos de la jornada humana.
De hecho, nadie se encuentra irremediablemente perdido o abandonado en este mundo.
No perdamos de vista la invitación hecha por el Proveedor Celestial para superar cualquier dificultad que surja en el camino. Él prometió, en Su Evangelio, según San Mateo, 21:22 y 17:20: “Si ustedes creen, todo lo que pidan en oración lo recibirán. Si tuvieran Fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: Quítate de allí y vete a otro lugar, y el monte les obedecería. Nada sería imposible para ustedes”.
Oh, Divino Jefe, Cabeza de la humanidad, ¿cuáles son las montañas que la Fe que Realiza puede alejar de nuestra trayectoria? Sabemos la respuesta por la sagrada intuición que es Tu voz en nosotros: la desesperación, la falta de dinero, la carencia bajo cualquier aspecto, las enfermedades (del Espíritu, del cuerpo y de la mente), el desamor, la incomprensión, la calumnia, la infamia, el hambre y todo lo demás que venga a afligir a Tus amados hijos. Por ello, el Hermano Alziro Zarur (1914-1979) enseñó en las lecciones del Centro Espiritual Universalista (CEU) de la Religión del Tercer Milenio: “La Fe es el propio Dios. La Fe es igual que Dios”.
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