Ideal del Bien
El 30 de enero se cumple otro aniversario del asesinato del líder pacifista indio Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948). En un mundo marcado por la violencia, es siempre bueno recordar el ejemplo victorioso del Mahatma (“gran alma”) al alcanzar la independencia de India, por medio de la filosofía de la no violencia.
En 1891, Gandhi se formó en Derecho en Inglaterra y volvió a India, donde ejerció la profesión. Dos años después, inició un movimiento en Sudáfrica —que a esa altura era colonia británica—, el cual pretendía luchar contra el racismo y por los derechos de los hindúes.
En 1914, volvió a su país y difundió su movimiento, cuyo método principal era la resistencia pasiva predicando la no violencia como forma de lucha. En 1922, fue detenido tras organizar una huelga contra el aumento de impuestos, siendo condenado a seis años de prisión. No obstante, fue liberado en 1924. En 1930, encabezó la marcha hacia el mar, una caminata de 320 kilómetros para protestar contra los precios de los tributos británicos y la prohibición a los indios de fabricar sal (...). Finalmente, en 1947, fue proclamada la independencia de India. Gandhi trabajó también para evitar el embate entre musulmanes e hindúes, que establecieron un Estado separado, Pakistán, dividido en dos fracciones, una de las cuales, años después, se convirtió en Bangladesh. Acusado por la división territorial de India, atrajo el odio de los nacionalistas hindúes. Uno de ellos lo asesina a tiros al año siguiente, cuando Gandhi tenía 78 años. Más de un millón de indios asistieron a su funeral.
¿Civilización civilizada? ¡Solo con diálogo!
En una entrevista que concedí a la periodista portuguesa Ana Serra, resalté que Religión, Filosofía y Política no riman con intolerancia. La Ciencia, ídem. Observen la reflexión de Voltaire (1694-1778): “La tolerancia es tan necesaria en la política como en la religión: solo el orgullo es intolerante”.
Y otra cosa: jamás debemos predicar sobre un Creador que aterroriza a las criaturas, sino el que las deje más responsables y fraternas.
En la obra Farmácia de Pensamentos [Farmacia de Pensamientos], de la investigadora brasileña Sonia de Aguiar, que me fue regalada por el veterano periodista de Rio Grande do Sul, Brasil, Luiz Carlos Lourenço, recientemente leí la siguiente sentencia del dinámico cantante y compositor brasileño Gilberto Gil: “El arte, la religión y la ciencia son maneras diferentes para alcanzar los mismos fines. Pero, en el fondo, todas ellas buscan respuestas a las mismas preguntas”.
Indagaciones que solo serán elucidadas cuando la Fraternidad Ecuménica se convierta en el fundamento del diálogo religioso, político, filosófico y científico en una sociedad planetaria que ostenta ser civilizada. En este sentido, cabe aquí esta palabra del viejo Goethe (1749-1832): “El que es firme moldeará el mundo a su medida”.
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