La falta de humanidad genera falta de humanidad
En mi estudio "Ciudadanía del Espíritu", comento: La falta de humanidad genera falta de humanidad. Ahí está, en resumen, la explicación del estado actual de las diversas regiones del planeta. Pero, con la riqueza de nuestro Espíritu, podemos edificar un mañana más apreciable. Sin embargo, ninguna reforma será duradera si no hay sentido de Caridad, el respeto al ciudadano y un buen comando de las personas, actuando en el Alma. Pero, para que esto realmente suceda, es necesario que estemos integrados en Dios, que es Amor, por lo tanto, Caridad. Sin esa providencia y perseverancia en ella, como preconiza Jesús, posiblemente ni sabríamos por dónde empezar. La integración verdadera en Dios y en Su Ley, expresada por el Divino Maestro en Su Nuevo Mandamiento, es la reforma que aún no se ha iniciado. Dijo Jesús: "Nuevo Mandamiento os doy: Amaos como Yo os amé. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos, si tuviereis el mismo Amor los unos por los otros. Mi Mandamiento es este: que os améis como Yo os he amado. No hay mayor Amor que el donar la propia Vida por sus amigos. Por cuanto, de la misma forma como el Padre me ama, Yo también os amo. Permaneced en mi Amor" (Evangelio según San Juan, 13:34 y 35, 15:12, 13 y 9°).
El Supremo Poder del Alma
La Caridad es la comprobación del supremo poder del Alma al construir épocas mejores de vida (material y espiritual) para las personas y sus países, los Ciudadanos del Espíritu. No existe mayor inspiración para la buena política que ella, seguida por la Justicia aliada al Bien. ¡¿Absurdo?! El tiempo mostrará que no. Resta a las multitudes aprender en definitiva a ver esa realidad y desarrollar el sentido de compasión. Así, con el pasar de las eras, el mundo abandonará la enfermedad que, por los milenios, le ha hecho tanto mal: la poca atención que le da a la fuerza del Amor Fraterno, "principio básico del Ser, factor generador de Vida, que está en todas partes y es todo".
Sobre el sublime acto de donarse al prójimo y sus consecuencias sociales, así se manifestó el pensador político francés Alexis de Tocqueville (1805-1859), autor de La democracia en América: "La caridad de las personas se dedica a las mayores miserias, busca el infortunio sin publicidad y, de manera silenciosa y espontánea, repara los males. (...) Puede producir solamente resultados benéficos. (...) Alivia muchas miserias, sin producir ninguna".
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