“Siempre existirá París”
Esa es la famosa frase de Rick Blaine, el personaje interpretado por Humphrey Bogart (1899-1957), al despedirse de su gran amor, Ilsa Lund, personaje de la bellísima Ingrid Bergman (1915-1982), cuando ella parte de Casablanca con el marido, Victor Laszlo —papel vivido por el actor Paul Henreid (1908-1992)—, que creía muerto en combate. A Ilsa le habría gustado permanecer con Rick, si no se hubiera declarado la Segunda Guerra Mundial. Y Laszlo, un líder en la resistencia checa al Moloch nazi necesitaba, y mucho, de su potente apoyo.
Fueron dadas muchas interpretaciones a las palabras de Blaine. Yo las entiendo, dadas las circunstancias, como: siempre habrá Amor, coraje, belleza, satisfacción... mientras exista París, donde los protagonistas de la película Casablanca* (1942) se conocieron y se amaron mucho.
Jamás dejará de existir, ipso facto, el espacio poético en el lenguaje humano, aunque sea técnico, al que constantemente le falta alguna cosa. De ese modo, “siempre existirá París”.
Afirmaba el filósofo griego Teócrito (aprox. 320-250 a. C.): “Mientras hay vida hay esperanza”. Ahora bien, nuestra existencia verdadera es eterna. Por lo tanto, siempre habrá Esperanza. “Siempre existirá París” mientras haya Amor.
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*Casablanca: Largometraje del director húngaro-americano Michael Curtiz (1888-1962), lanzado en 1942. El drama romántico se desarrolla en la ciudad marroquí de Casablanca bajo el control de la Francia de Vichy. Se considera una de las grandes películas de la historia del cine norteamericano, y ha sido premiada, en 1943, con el Oscar, en diversas categorías, incluida la de mejor película.
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