Los padres y los hijos contra la droga
Mi artículo de hoy tiene como objetivo colaborar en la prevención contra el crack, terrible droga que lamentablemente se propaga por el país. De acuerdo con una investigación reciente divulgada por la Confederación Nacional de Municipios (CNM), el consumo del crack se diseminó por todas las clases sociales.
Pari passu de las políticas públicas y los cuidados médicos a los usuarios en su lucha contra la dependencia química, no se puede dejar de lado la debida valorización de la familia — la atención de los padres y responsables con las compañías de sus hijos y la imprescindible presencia de la Espiritualidad Ecuménica en el diálogo entre padres e hijos.
En los idus de 1980, presenté, en la Super Red Buena Voluntad de Comunicación, “Carta de un hijo al padre”, publicada en “O Imparcial”, de Monte Alto/São Paulo. En ella, un joven de 19 años, usuario de estupefacientes, escribe una nota de adiós a su progenitor. Ante la conmoción de los oyentes, hice gestiones para que el texto fuese impreso en diferentes idiomas.
Es indispensable la claridad de los padres. En las manifestaciones y panfletos, en conferencias, en la radio y en la TV, los orientamos a prestar más atención al quehacer diario de sus hijos, sus amistades, sus dudas, los ambientes que frecuentan.
Tóxicos: “Carta de un hijo al padre”
Esta es una carta de despedida de un joven de 19 años. El caso es verídico, sucedió en un hospital de San Pablo:"‘Creo que en este mundo nadie intentó describir su propio cementerio. No sé cómo va a recibir este relato, padre mío, pero necesito todas las fuerzas, mientras tenga tiempo. Lo siento mucho, padre mío, creo que este diálogo es el último que tengo con usted. Lo siento mucho, incluso... Sabe, padre, este es el momento de que usted sepa la verdad de la que nunca desconfió. Voy a ser breve y claro, bastante objetivo: el tóxico me mató. Conocí a mi asesino a los 15 años de edad. ¿Es horrible, no, padre? ¿Sabe cómo conocí esa desgracia? Por medio de un ciudadano elegantemente vestido, bien-elegante, y bien-hablado, que me presentó a mi futuro asesino: la droga.Yo intenté negarme, lo intenté, pero ese ciudadano me enredó usando mi brío, diciendo que yo no era hombre. No es necesario decir nada más, ¿no, padre? Ingresé en el mundo del vicio.Al principio fue el delirio; después las torturas, la oscuridad. No hacía nada sin que el tóxico estuviese presente. En seguida, vino la falta de aire, el miedo, las alucinaciones. Y, luego la euforia del pico, nuevamente yo me sentía más persona que los demás, y el tóxico, mi amigo inseparable, sonreía, sonreía.Sabe, padre mío, la gente, cuando comienza, ve todo ridículo y muy gracioso. Hasta a Dios lo encontraba cómico. Hoy, en la cama de un hospital, reconozco que Dios es más importante que todo en el mundo. Y que sin Su ayuda yo no estaría escribiendo esta carta. Padre, sólo tengo 19 años, y sé que no tengo la menor posibilidad de vivir. Es muy tarde para mí. Pero, para usted, padre mío, tengo un último pedido para hacerle: muestre esta carta a todos los jóvenes que usted conozca. Dígales que en cada puerta de escuela, en cada curso de facultad, en cualquier lugar, hay siempre un hombre elegantemente vestido y bien-hablado que les mostrará al futuro asesino y destructor de sus vidas y que los llevará a la locura y a la muerte, como sucedió conmigo. Por favor, haga eso, padre, antes que sea demasiado tarde para ellos.Perdóneme, padre... ya sufrí demasiado, perdóneme también por hacerlo padecer por mis locuras.Adiós, padre mío.’Un tiempo después de escribir esta carta, el joven murió."
Cuidar bien a la Juventud
He ahí por qué fraternalmente advertimos: Cuidemos bien de nuestra juventud, como lo hace la Legión de la Buena Voluntad, porque a ninguno de nosotros nos interesa tener mañana una patria de drogadictos, borrachos y frustrados. Queremos, sí, una generación, una civilización de hombres y mujeres, jóvenes y niños honrados, realizadores en el Bien, amantes de la Paz, de la Verdad y de la Justicia. Es por eso que la LBV trabaja incesantemente. El joven es el futuro. Pero no un futuro lejano, es el futuro en el presente: confiemos en él.
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