Día de los enamorados
Dedico a los que se aman —y los enamorados de la vida también están incluidos— el fragmento de una oración ecuménica que hice, de manera improvisada, en la Super Red Buena Voluntad de Radio:
Oh, Jesús, cuya misericordia nos sustenta, hoy nuestro pedido es a favor de aquellos que se aman, se unen, se casan, que por la fuerza del Amor enfrentan las dificultades del camino, crían a sus hijos —si los tienen— y avanzan en la dirección de Dios, el Amor Supremo que une realmente los corazones de los que se aman.
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El Amor es una medicina para el Alma; es el secreto del éxito permanente. El Amor, enseñanza de Jesús, en esta definición del Apóstol San Pedro (I-4:8), es el poder que “cubre una multitud de pecados”. Es decir, quien actúa en función de él, transforma sus errores y los de los demás en semilla para tiempos mejores; construye la seguridad que el mundo, por deshacer el Amor, aún no logra realizar. El secreto está en saber amar en la medida indicada por Ti, Cristo Ecuménico, Divino Estadista, para todos los pueblos, porque el Amor derrumba las fronteras. Es la mayor fuerza de la Vida. Es el que sostiene todas las obras de Buena Voluntad. Que nos impide claudicar. Que nos alimenta y nos da fuerza, apartando de nosotros las penurias.
Es él, el Amor, que vibra en nuestras Almas, el que mantiene juntos a los que realmente se respetan. Por eso, se aman, y se aman porque se respetan. Para todos ellos, sin excepción, nuestro pedido a Dios, al Cristo y al Espíritu Santo para que se realicen en el Amor eternamente.
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