Hiroshima

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El 6 de agosto de 2019, precisamente a las 8:15 hs., se cumplen 74 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima; posteriormente fue la de Nagasaki, también en Japón. Fecha que jamás será borrada de las conciencias por el riesgo de que —olvidados de ese abominable atentado a la vida humana— lo repitamos con un grado de intensidad aún mayor, devastando no solo a una ciudad, sino al planeta.

Un poco de historia

Agosto de 1945. En Europa, Hitler se encontraba derrotado y muerto. Berlín, destruida y ocupada por los rusos. El 25 de julio, días antes del impacto de “Little Boy” —nombre dado al petardo de cinco toneladas que mató aproximadamente a 100 mil personas en suelo japonés—, el presidente norteamericano, Harry Truman, decide usar contra el enemigo asiático en aquel tiempo, lo que él mismo designó en su diario como “la cosa más terrible descubierta”.

Paul Tibbets fue el piloto de la marina seleccionado para comandar el B-29 que despegó de la isla de Tinian. El avión, bautizado con el nombre de su madre, Enola Gay, levantó vuelo a las 2:45 hs. A su lado, en la misión que entraría a la historia y cambiaría la geopolítica del siglo XX, estaba el copiloto Robert Lewis, autor de la famosa exclamación: “¡Mi Dios, lo que hicimos!”

Pasaron décadas. Aún, el relato de muchos sobrevivientes respecto al sufrimiento atroz por el que pasaron, es sin duda, una de las más importantes banderas en la lucha por el desarme y por la no proliferación de armas nucleares.

El peligro es real

Arquivo LBV

Juan Pablo II

Sin embargo, diversos acontecimientos continúan sugiriendo que la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial no es ilusoria. La humanidad corteja la muerte. Basta recordar los malos tratos que promueve contra su propia morada. La paz casi no ha pasado de ser una figura retórica. En gran parte de la trayectoria humana, el período en el que prevaleció la paz es ínfimo. Si es que hubo verdadera paz en este mundo... Solamente ha logrado habitar en el alma de algunos bienaventurados. Por esto, con seguridad, advirtió el papa Juan Pablo II (1920-2005), en una memorable alocución, en la década de 1980, que “el peligro es real”.

Voltaire

La armonía entre religiosos es la primera que debe ser conquistada. La paz de conciencia de los seres terrenales, generada por una nueva postura ecuménica, por lo tanto altamente fraterna, profetiza la paz social, la paz entre las instituciones y la deseada paz mundial, bajo la protección del Padre Celestial, el mayor diplomático de la historia de este orbe, a pesar de nuestro recurrente mal uso del libre albedrio. Para los que se ríen de esa realidad, he aquí un pequeño recuerdo del escéptico Voltaire (1694-1778): “Si Dios no existiese, necesitaría ser inventado”.

John Kennedy y la paz

John Kennedy

Muchas naciones no están directamente involucradas en los conflictos armados que nos flagelan, pero todas sufren la opresión del miedo o de la miseria, por la violencia de los armamentos nuevos o por el desvío global de presupuesto para la industria de la muerte, en perjuicio de la justa economía que genera instrucción, educación, espiritualización, seguridad, alimentación y salud para los pueblos. Por lo tanto, la guerra nos ofende a todos, en estos tiempos de comunicación rápida y de temporales de informaciones, que amenazan, con sus rayos y tempestades, hacer corto circuito en los cerebros. De ahí la inclusión que hago, en esta conversación con Ustedes, del pensamiento de John Kennedy (1917-1963): “Solo las armas no bastan para preservar la paz. Ésta debe ser protegida por los hombres (...). La mera ausencia de guerra no es paz”.

La Tierra solo descubrirá la paz cuando viva el amor espiritual y sepa reconocer la verdad divina. Pero, la divina verdad de un Dios que es Amor, no la de un ser brutal y vengativo, inventado por los desatinos humanos.

De hecho, el peligro continúa siendo real. Y nosotros, como tontos, estamos en medio de él, en esa “pelea encarnizada a ciegas”. Quousque tandem, Catilina? [¿Hasta cuándo, Catilina?]

Es esencial destacar las propuestas y acciones destinadas a un auténtico entendimiento. Pues un conflictivo camino para los pueblos será el del remedio amargo.

Por esto, no perdamos la esperanza. Perseveremos trabajando “por un Brasil mejor y por una Humanidad más feliz”. He aquí el camino de la victoria. Y no se trata de un argumento ingenuo. La vida enseña, pero ¿cuántos de nosotros aprendemos a tiempo?

Las soluciones de los graves problemas de nuestra sociedad pasan por la debida valorización del Capital de Dios, es decir, del ser humano y su Espíritu Eterno. De lo contrario, acabaremos por enfrentar un conflicto mundial mayor que las dos grandes guerras del siglo XX que, en un análisis histórico, pueden ser clasificadas como una sola, dividida en dos partes. ¡Qué Dios nos libre de la tercera!

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.