El sentido de la Religión
Nada mejor para saludar el comienzo de un nuevo año que hablar sobre los temas trascendentales, aquellos que levantarán, definitivamente, al Hombre-Espiritual, capaz de domar los excesos materialistas de una globalización afirmada sobre la mentalidad de que el consumismo desenfrenado es la felicidad ideal para la criatura humana. Ésto es un fraude, comenzando por el hecho de que multitudes no poseen lo suficiente para mantenerse dignamente vivas.
No estoy en contra del comercio. Sería una tontería. Sólo tengo la convicción de que el Ser viviente, con su Espíritu inmortal, debe ser el centro de la Economía, y no su juguete. De ahí el valor del sentimiento religioso, cuando verdaderamente se expresa por el Amor, el Regente Supremo de la Fraternidad y de la Solidaridad, del que el mundo continúa careciendo.
La economía sin sentimiento superior de alma deviene en los diversos tipos de vicio que, a la vista de los ojos, van acabando con nuestra residencia colectiva, la Tierra, que muchos, mediante sus acciones de extremo interés material, pretenden convertir en una “casilla”, en que también fatalmente morarán.
Para superar ese estado de cosas, quebrar esa estructura alienada de progreso de destrucción, es necesario que todos se unan: religiosos y ateos, en el encuentro de las soluciones que se muestran como urgentes.
Por sobre todo, hay que vigorizar la Fraternidad, capaz de reunir a los adversarios y hacer surgir, de sus paradojas, soluciones para los problemas que están ahogando a la Humanidad en un creciente hollín.
Ese proceso de armonización para transformar activamente, también se llama Ecumenismo.
Día Mundial de la Religión
El 21 de enero se celebra el Día Mundial de la Religión.
Conforme escribí en mis columnas de Folha de S.Paulo y en otras publicaciones en Brasil y el exterior, en la década de 1980, no veo a la Religión como cuadriláteros de lucha libre, en los cuales las muchas creencias se violentan en el ataque o en la defensa de principios, o de Dios, que es Amor y que, por eso, no puede aprobar manifestaciones de odio en Su Santo Nombre, ni necesita de la defensa fanática de cualquiera. Alziro Zarur (1914-1979), fundador de la Legión de la Buena Voluntad, alertaba: "El mayor criminal del mundo es aquel que predica el odio en nombre de Dios".
Religión a la vanguardia
Ecuménicamente, comprendo a la Religión como Fraternidad, Solidaridad, Unión, Respeto a la Vida, Iluminación de las Almas... Sólo puedo entenderla como algo dinámico, vivo, pragmático, realizador, que abre caminos de luz en el Espíritu de los hombres y que, por esa razón, tiene que estar a la vanguardia ética. No la entendería, si no actuase también, en forma práctica, en la transformación de las realidades tristes que todavía atormentan a los pueblos. Estos, cada vez están más necesitados de Dios, que es antídoto para los males sociales, morales y espirituales, incluidos el retroceso, el sectarismo y la intolerancia degeneradores, que oscurecen al Espíritu de las multitudes.
Religión y Fraternidad
La Religión es para hacer mejor al Ser Humano, integrándolo con su Creador, mediante el ejercicio de la Fraternidad y de la justicia, entre Sus criaturas. Con gran sentido de la oportunidad, preconizaba el Profeta Mahoma (570-632), en el Corán Sagrado: "Creemos en lo que nos fue revelado y en lo que les fue revelado. Nuestro Dios y vuestro Dios es el mismo. A Él nos sometemos".
Dios, Sabiduría y Entendimiento
El Padre Celestial es una fuente inagotable de Sabiduría y Entendimiento, cuando no es analizado bajo la forma antropomórfica. Me viene a la memoria esta manifestación de Santa Teresa de Ávila (1515-1582): "Tratemos de ver siempre las virtudes y las cosas buenas de los otros y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados".
Todo evoluciona. Ayer se afirmaba que la Tierra era el centro del Universo. ¡Todo evoluciona, realmente! ¿Por qué, entonces, las creencias habrían de detenerse en el tiempo? Al contrario, Religión, cuando es sinónimo de Solidaridad y Misericordia, tiene que caminar armoniosamente a la vanguardia. Bien a propósito, esta meditación de, nada menos que, el escéptico Voltaire (1694-1778): "La tolerancia es tan necesaria en la Política como en la Religión. Sólo el orgullo es intolerante".
El verdadero religioso respeta a los ateos, porque en definitiva ellos también son hijos de Dios (por lo tanto, nuestros Hermanos). Además, la preocupación justa de los ateos por la existencia o no del Creador es tan grande, que hasta forman rima con Él, al menos en portugués. Pero, retomando, pregunto: ¿para qué el sentimiento de religiosidad que, por ejemplo, nos debe unir en el esfuerzo contra el hambre y la violencia? Ahí está: Religión es confraternidad.
Religión para dar calor a la frialdad
Aquí cabe recordar este pensamiento abarcador del recordado Zarur: "Religión, Filosofía, Ciencia y Política son cuatro aspectos de la misma Verdad, que es Dios".
Ahora, querer mantener esas ramas del saber universal confinadas en departamentos estanques, o en odioso conflicto, ha sido el origen de muchos males que nos afligen, en especial tratándose de Religión, entendida en el más alto sentido. Es principalmente de su área que debe proveer el Espíritu de Solidaridad, que faltando a la Comunicación, a la Ciencia, a la Filosofía, a la Educación, a la Economía, al Arte, al Deporte, a la Política, resulta en la frialdad de sentimientos que viene caracterizando a las relaciones humanas, en los últimos tiempos.
Educación con Espiritualidad Ecuménica
La ausencia de Fraternidad ha suscitado un gran defasaje entre el progreso material y la madurez moral y espiritual. Pero siempre es hora de aplacar resentimientos. Entretanto, no habrá Paz mientras persistan los crueles preconceptos humanos y la criminal desigualdad social, provocados por la ganancia, que debemos combatir mediante la eficiente Educación con Espiritualidad.
Progreso con Espiritualidad Ecuménica
Al persistir en la búsqueda de un progreso que menosprecia el sentido de la Espiritualidad Ecuménica, que es la relación interior de las Almas con su Creador Supremo, el Ser Humano se condena a la deshumanización permanente. Tal estado de anomalía general es el resultado de la mentalidad belicosa que las generaciones vienen prefiriendo antes que, por ejemplo, el Nuevo Mandamiento de Jesús, el Cristo Ecuménico: Nuevo Mandamiento les doy: Ámense como Yo los amé. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos, si tienen el mismo Amor unos por los otros. (...) Mi Mandamiento es éste: que ustedes se amen como Yo los he amado. No hay mayor Amor que dar su propia Vida por sus amigos. Y ustedes serán mis amigos si hacen lo que Yo les mando. Y Yo les mando ésto: ámense como Yo los amé. Ya no los llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Sino que los llamo amigos, porque todo cuanto oí de mi Padre se los he dado a conocer. No fueron ustedes los que me eligieron a mí; al contrario, fui Yo quien los elegí a ustedes y los designé para que vayan y den buenos frutos, de modo que su fruto permanezca, para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, Él se los conceda. Y Yo les mando ésto: que se amen como Yo los he amado. (...) Porque de la misma forma como el Padre me ama, Yo también los amo. Permanezcan en mi Amor. (Evangelio de Jesús, el Cristo Ecuménico, según Juan, capítulo 13, versículos 34 y 35; capítulo 15, versículos 12 a 17, y 9º). Si no optamos por caminos semejantes, estaremos sentenciados a la realidad denunciada por Gandhi (1869-1948): "Ojo por ojo, y la Humanidad terminará ciega".
Siempre puede surgir un buen término cuando los hombres se empeñan en él lealmente. Y eso ha hecho que la civilización, por lo menos lo que hemos visto por ahí como tal, milagrosamente sobreviva a sus peores tiempos de locura. La sabiduría del Talmud da su mensaje práctico: "La Paz es para el mundo lo que la levadura es para la masa". ¡Exacto!
Hay quien prefiere referirse al espíritu religioso, exaltando desvíos patológicos que sucedieron en el transcurrir de los milenios. (No incluyo en este comentario a los historiadores y analistas de buen sentido.) Creo que esa conducta beligerante que manchó de sangre la historia debe ser alejada de nuestros corazones mediante la fuerza de acciones justas, porque son mayores las razones que nos deben confraternizar de las que sirven para guardar rencores. El odio es un arma dirigida contra el pecho de quien odia. Muy oportuna, entonces, esta advertencia del Pastor Martin Luther King (1929-1968), que no negó la propia vida a los ideales que defendía: "Aprendemos a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no el arte de convivir como hermanos".
Por eso, acostumbro decir en mis charlas por la radio: el milagro que Dios espera de los hombres es que aprendan a amarse.
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