Una visión de Jesús
En mis antiguas anotaciones, encontré un texto que publiqué en 1986, en la Gazeta de Notícias, de Rio de Janeiro/RJ, Brasil, en el que me pregunto: ¿Cuántos ya comprendieron que un pensador libre como Jesús no puede estar aprisionado entre cuatro paredes de un templo, o que su mensaje sea reducido por analistas que, por más venerables que sean, a veces confunden “germano con género humano?”.
Los religiosos iluminados por el espíritu de armonía y los cultores del pensamiento sin opresión, en fin, los hombres de mente abierta, creyentes y ateos, presienten esto sin dificultad. Desean ver que la excelente influencia altruista del Cristo aclare a todos los sectores de la sociedad. No pueden prescindir de tan extraordinaria y sublime competencia.
Jesús fue científico, cuando, por orden del Señor del Universo, levantó este planeta que habitamos; economista, cuando multiplicó panes y peces y no dejó perder lo que sobró; filósofo, cuando desarrolló Su divina doctrina; psicólogo, cuando la adecuó al conocimiento de las masas populares; pedagogo, cuando la enseñó con parábolas; religioso, cuando, conviviendo con el pueblo y predicando a los sacerdotes en el templo desde los 12 años de edad, les transmitió normas para conducir sus existencias en el mundo, de manera que merecieran la vida eterna; incentivador del progreso del ser humano por el esfuerzo propio, cuando advirtió que a cada uno será dado de acuerdo con sus obras: el Cristianismo no es una escuela de ociosidad; legislador y político, cuando expuso, por intermedio de San Juan Evangelista, que Dios es Amor y que, por esto, todos necesitan cumplir la ley de solidaridad humana y social, amándose los unos a los otros tanto como Él nos amó: “No hay mayor Amor que éste: donar la propia vida por sus amigos” (Evangelio, según San Juan, 15:13). Con esto, convocó al mundo a la mayor de las reformas, que debe preceder a todas las otras, la del ser humano, por el conocimiento de sus valores espirituales: “Busquen primeramente el Reino de Dios y Su Justicia, y todas las cosas materiales les serán añadidas” (Evangelio, según San Mateo, 6:33), postulado de Jesús para la formación de la economía de la solidaridad humana, componente básico de la estrategia de la supervivencia, que proponemos para que exista una sociedad solidaria, altruista, ecuménica.
He aquí. El ecumenismo es puerta abierta a la Paz. Todo esto puede parecer utopía en un planeta saturado de odios y contiendas de todos los matices. Sin embargo, la Humanidad, sabiendo o no, anhela un clima espiritual y social menos contaminado. Habiendo alcanzado el conocimiento superior sobre lo que hace en este burgo planetario y consciente de que su vida proseguirá después de la muerte, la mujer y el hombre, tarde o temprano, sabrán valerse de todas las riquezas de la Tierra, sin convertirse en esclavos de ellas.
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