La Gloria de la Resurrección. ¡Semana Santa!
Mis Amigas y mis Hermanos, mis Hermanas y mis Amigos, elevemos nuestros Espíritus con el esplendoroso mensaje divino de la Semana Santa.
Dedico a todos ustedes la página que escribí en mi libro Jesús, el Profeta Divino (2011) sobre esta emocionante fecha:
Resurrección por méritos espirituales y humanos
Jesús, el Supremo Gobernante de nuestra morada colectiva, tiene poder. Lo ejerce divina y proféticamente, porque es el Testigo Fiel (Apocalipsis del Cristo, 1:5). Él da testimonio del Padre Celestial entre nosotros, los hombres, las mujeres, los jóvenes, los niños y los Espíritus, las Almas Benditas, quienes, como concluimos, afirmados en la Palabra del Celestial Amigo, no constituyen una abstracción: “Mi reino [todavía] no es de este mundo [sino del Mundo Espiritual]”. Jesús (San Juan, 18:36).
Por ello, espera que seamos Sus testigos en la Tierra, para que Él pueda ser nuestro testigo en el Cielo, o en el Espacio, o en el Mundo de la Verdad o en el Plano de los Espíritus, que se encuentra en determinadas frecuencias, que nuestros sentidos físicos y el avance tecnológico por ahora no lo perciben.
“A cualquiera que dé testimonio de mí delante de los hombres, Yo también daré testimonio de él delante mi Padre que está en los Cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos”. (Evangelio, según San Mateo, 10:32 y 33).
Destaco que el Divino Crucificado resucitó por Su propio merecimiento, porque siempre tuvo conciencia de Su Divinidad, que desde antes la mereció. Todos, del mismo modo, seremos uno con Dios, a medida que crezcamos espiritualmente. Él dijo:
20 No ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como Tú, oh, Padre, en mí, y Yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos Uno.
23 Yo en ellos, y Tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo crea que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (Evangelio, según San Juan, 17:20 al 23).
Cuando alcancemos esta Unidad, nada nos será imposible de lograr en beneficio de los pueblos.
El significado de la sangre que libera
El Excelso Pastor no resucitó por intermedio de nadie más, como sucedió con Lázaro y otros registrados en los relatos religiosos y laicos. En particular, los que Sus Apóstoles y Discípulos igualmente hicieron volver a la vida. Él es el Primogénito de entre los muertos porque venció a la muerte y se convirtió en el Soberano de los reyes de la Tierra, el Testigo Fiel. Es Aquel que, para nuestro júbilo, nos ama y por Su sangre nos liberó de nuestros pecados.
Sin embargo, alguien puede preguntar: —¿¡Su sangre?! ¡Pero ya se secó hace mucho tiempo...!
Su sangre aquí es la lección inmortal que Él nos dejó. Su ejemplo: una perseverancia fuera de lo común, una obstinación incansable en el Bien. Lo azotaron, apedrearon, escupieron, lo coronaron de espinas, lo crucificaron. Le dieron con un palo en la cabeza y, sin embargo, no abandonó a Su Padre y nuestro Padre.
Con Jesús, la reforma de lo social viene por lo espiritual
¿Han notado de dónde viene nuestra fortaleza?
Ahora bien, quien está con el Divino Maestro no puede temer nada, incluso en los peores momentos de la existencia. Él nos fortalece en Su Buena Nueva, según San Juan 14:18, y San Mateo, 28:20, diciendo: “No los dejaré huérfanos y estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.
Para estos fieles seguidores, la oportuna enseñanza de San Pedro Apóstol (Primera Epístola, 2:15) sobre el origen de la verdadera fuerza y el poder genuino: “La voluntad del Padre Celestial es que ustedes practiquen el Bien, para que así hagan callar la ignorancia de la gente insensata”.
Así Jesús se comportó ante Sus adversarios: con Su firme manera de actuar, dando testimonio incesante del Poder Sublime, no dejaba de hacer el Bien, mientras lo predicaba por los caminos.
He aquí, por lo tanto, Quién es y por qué es “el Testigo Fiel, Primogénito de entre los muertos y Soberano de los reyes de la Tierra. Él nos amó; con Su sangre (los ejemplos) nos lavó de nuestros pecados” (Apocalipsis, 1:5), mostrándonos cómo vencer en este mundo de reveses. La clave de nuestra supervivencia es perseverar en Él y en el Padre más allá del fin, llevando el beneficio celestial a todos los seres humanos. Es con este conocimiento que, en primer lugar, se puede lograr el perfeccionamiento definitivo de la sociedad. Como les digo desde hace mucho tiempo, la reforma de lo social viene por lo Espiritual.
Y así terminé uno de los capítulos de mi libro Jesús, el Profeta Divino. (2011).
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