Independencia y Nuevo Mandamiento
Fue un 7 de Septiembre del año 1959, que el periodista y hombre de radio Alziro Zarur (1914-1979) hizo la Proclamación del Nuevo Mandamiento de Jesús en el Hipódromo do Bonfim, en Campinas, Brasil.
El día elegido por él no podría ser más apropiado. Cuando se conmemora la independencia política de Brasil, se hace necesario invitar también a la población a reflexionar sobre los preceptos presentados por Jesús basados en el espiritualmente revolucionario Mandamiento Nuevo del Cristo Ecuménico, el Sublime Estadista, estructura por la que podemos construir un mundo nuevo. ¡¿Por qué?! Porque el gobierno de la Tierra empieza en el Cielo. No lo parece, pero es así.
El Tratado Divino
Toda nuestra labor en las Instituciones de la Buena Voluntad, por un Brasil mejor y por una Humanidad más feliz, se fundamenta en ese Tratado del Nuevo Mandamiento de Jesús, de acuerdo con Su Evangelio según San Juan, 13:34 y 35; 15:12 al 17 y 9: “Un Nuevo Mandamiento os doy: Amaos como Yo os he amado. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos, si tuviereis el mismo Amor unos por los otros. Este es mi Mandamiento: que os améis como Yo os he amado. No hay mayor Amor que éste: donar la propia Vida por sus amigos. Y vosotros seréis mis amigos si hiciereis lo que Yo os mando. Y Yo os mando esto: amaos como Yo os he amado. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Sino que os he llamado amigos, porque todas las cosas que aprendí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he designado para que vayáis y deis buenos frutos, de modo que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os conceda. Y Yo os mando esto: amaos como Yo os he amado. Así, de la misma forma como el Padre me ama, Yo también os amo. Permaneced en mi Amor”.
Súplica Especial
¡Oh Jesús, cuya misericordia nos sustenta! Es un alivio para Tus servidores fieles saber que Tú los elegiste. Entonces, urge corresponder a Tu elección. Y ella ha sido para que sigamos por el mundo y demos buenos frutos, "de modo que nuestro fruto permanezca". ¡Qué revelación importante! Enaltecedora para los fieles, para los que se conserven de este modo – "a fin de que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre (Jesús), Él os lo conceda". Está aquí el secreto de nuestro trabajo, de nuestra perseverancia, para que merezcamos estas palabras del Educador Celestial.
Tú has dicho: "Por cuanto, de la misma forma como el Padre me ama, Yo también os amo" – y enseguida Tú haces un pedido. Imaginemos nosotros al Supremo Gobernante de la Tierra descendiendo hasta nuestra calidad de espíritu, tan inferior a la de Él y rogando por nuestro propio bienestar físico y espiritual: “¡Permaneced en mi Amor!".
Oración del Padre Nuestro
Ahora, vamos a realizar la Oración Ecuménica de Jesús, la Oración del Señor de este planeta, que se encuentra en Su Evangelio según San Mateo, 6: 9 al 13.
Mis hermanas y mis hermanos, mis amigas y mis amigos, todos pueden rezar el Padre Nuestro. No se encuentra adscrito a creencia alguna, por ser una oración universal, consonante con el abarcador Espíritu del Cristo Ecuménico. Cualquier persona, aún atea (¡¿por qué no?!), puede proferir sus palabras, sin abochornarse. ¿No somos todos herederos de Dios? Y en esta oración es el hijo quien se dirige al Padre, al creer en Su existencia misericordiosa, o es el ser humano dialogando con su elevada condición de criatura viviente, cuando de esto se percata. Se trata de la Oración Ecuménica por excelencia.
"Padre Nuestro, que estáis en el Cielo (y en todas partes al mismo tiempo), santificado sea Tu Nombre. Venga a nosotros Tu Reino (de Justicia y de Verdad). Hágase Tu Voluntad (y humildemente decimos: jamás nuestra voluntad, ya que aún estamos aprendiendo a tenerla en plenitud), así en la Tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy (el pan transustancial, la comida que no perece, el alimento para el Espíritu; porque el pan para el cuerpo, lo conseguiremos con el sudor de nuestra frente). Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a nuestros ofensores. No nos dejéis caer en tentación, mas líbranos del mal, porque Tuyo es el Reino y el Poder y la Gloria para siempre. Amén".
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