El Libertador Divino*¹
LA EXTRAORDINARIA PRESENCIA LUMINOSA QUE RESISTE EL PASO DEL TIEMPO
Existe un Libertador cuya influencia trasciende límites o fechas humanas: ¿mayo o noviembre*²? Su acción es constante. Mientras que existan el hambre, el desempleo, personas que no tengan dónde vivir, menores sin escuela y sin cariño, ancianos sin amparo y sin afecto, personas sin nadie que las alivie, faltará aún por concretar una impostergable emancipación de todas las etnias.
Consigna la Historia personajes notables, que dignificaron la existencia terrestre (...). Sin embargo, por el inexorable paso del tiempo, en el recuerdo de los pueblos se va desvaneciendo la fama de las realizaciones de muchos de ellos, solamente restando sus nombres y un pálido recuerdo de sus hechos.
Uno de esos personajes históricos de todos los tiempos y de todas las naciones gloriosamente resiste. Cada vez más brillante Su presencia luminosa. Su marca indeleble se graba en la memoria de los hombres:
—Pasará el cielo pasará la Tierra, pero mis palabras no pasarán (San Lucas, 21:33).
Su vida —infancia, juventud, sermón de Buena Nueva, padecimientos, muerte, resurrección— no encuentra paralelo en la Tierra:
—Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, Yo no (San Juan, 8:23).
Después de Él, la vivencia del Ser Humano nunca más fue la misma:
—Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá. Aquel que vive y en mí cree no padecerá eternamente (San Juan, 11:25 y 26).
Sacudió las almas y convocó a Belén la diligencia de los poderosos. A Su respecto profetizó Simeón:
—He aquí que este Niño está destinado a la caída y al levantamiento de muchos, y a ser el blanco de contradicciones (San Lucas, 2:34).
Desde la infancia, manifestó Su elevado saber: a los doce años ya les predicaba a los doctores de la ley, revelando Su Divino conocimiento. Les hablaba con gran sabiduría. Los dejaba atónitos y en demorada reflexión, tamaña la sublimidad de las lecciones que Sus réplicas encerraban:
—En verdad, en verdad os digo: quien oye mi palabra y cree en Aquel que me envió, ya pasó de la muerte a la Vida Eterna (San Juan, 5:24).
Ese extraordinario Ser que nació bajo la expectativa de los milenios, para El cual los Ángeles de la Milicia Celeste entonaron el
—Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de Buena Voluntad de Dios*³ (Lucas, 2:14);
que sacudió los cimientos de la sociedad:
—No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada (San Mateo, 24:2);
que amonestó a los desatentos:
—Así como el relámpago sale del Oriente y se muestra en el Occidente, será el Regreso del Hijo de Dios (San Mateo, 24:27);
que advirtió a los ociosos:
—Cristo volverá en el resplandor divino, con Sus Ángeles, y entonces retribuirá a cada uno según sus obras (San Mateo, 16: 27);
que hizo estremecer a los soberbios y burlones:
—Ay de vosotros, porque, si hoy reís, mañana lamentaréis y lloraréis (San Lucas, 6:25);
que enfrentó a los pretenciosos y arrogantes del mundo:
—En verdad os digo que los publicanos y las meretrices entrarán primero que vosotros en el Reino de Dios (San Mateo, 21:31);
que convocó a la responsabilidad a los vividores desenfrenados:
—Así como fue en la época de Noé, será el Regreso del Hijo de Dios. (...) En los días anteriores al diluvio, comían y bebían, se divertían y se daban en matrimonio, cuando él entró en el arca, y no entendieron, hasta que vino la inundación, y se los llevó a todos. De la misma forma, sucederá al Regreso del Hijo de Dios. ¡Estén, por lo tanto, atentos! Vigilad y orad, porque no sabéis cuándo será el día o la hora (San Mateo, 24:37 a 44, y San Marcos, 13:32 y 33);
que instruyó a los sabios y entendidos del mundo:
—Mi enseñanza no me pertenece, y sí a Aquel que me envió. Si alguien quisiera hacer Su voluntad, podrá reconocer si mi doctrina viene de Dios o si Yo hablo por mi propia cuenta. Quien habla por su propia cuenta está buscando su grandeza; pero quien busca la gloria de quien lo envió, ese es verdadero y en él no hay injusticia (San Juan, 7:16 a 18);
Y que enseñó a los apóstoles y discípulos aquello que constituye el gran anhelo de los filósofos, y que no pueden revelar a Pilatos, pues éste no lo entendería:
—Santificaros, Padre, en la Verdad, Tu Palabra es la Verdad (San Juan, 17:17);
que confortó a los desesperados:
—Venid a mí todos los que estáis exhaustos y oprimidos, y Yo os aliviaré (San Mateo, 11:28);
que mostró el camino de la verdadera liberación:
—Conoceréis la Verdad (de Dios), y la Verdad (de Dios) os libertará (Juan, 8:32);
que se eternizó en la Historia, porque vivió en los corazones oprimidos por la amenazante paz de los hombres, los cuales, por esto, anhelan aquella que proviene de Dios; la que el mundo no puede ofrecerles (San Juan, 14:27); que dijo aún, en memoria del Profeta Oseas (6:6):
—Misericordia quiero, no holocausto (San Mateo, 9:13);
pues sin misericordia no hay Paz; y que donó Su vida por nosotros, indistintamente, pues Él mismo aconsejó:
—Si hiciereis bien sólo a aquellos que os benefician, ¿qué divina recompensa habréis de merecer?
¿Queréis saber Su nombre? ¡Jesús!, el Cristo Ecuménico, ipso facto, sin resquicios de intolerancia, dado que Él, para la redención nuestra, ¡es Amor elevado a la enésima potencia!
—La Claridad perenne, que venida al mundo, ilumina a todo Hombre (San Juan, 1:9).
LIBERARSE ES TENER, POR ENCIMA DE TODO, DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
(...) La verdadera liberación del ser Humano y de su Espíritu inmortal será aquella fortalecida por la cultura del respeto mutuo, cuya riqueza consiste en la multiplicidad de ideas en favor de la Paz entre todos. Igualmente vendrá mediante la Instrucción y la Educación, iluminadas por el sentido de la Espiritualidad, que es Amor y Justicia, Ciencia y Amor, para todas las etnias. Liberarse es tener, por encima de todo, discernimiento espiritual, preferentemente en consonancia con esta instigante sugestión del Sublime Reformador:
—Buscad primeramente el Reino de Dios y Su Justicia, y todas las cosas materiales os serán añadidas (San Mateo, 6:33).
Dado que, de una u otra manera, todos reconocen en Él una personalidad única. Su paso por el planeta ha apartado de la soberbia el sentimiento de multitudes innumerables:
—Quien quisiese volverse grande entre vosotros, sea él que os sirva; y quien quisiese ser el primero entre vosotros, sea él siervo de todos*4 (San Marcos, 10:43 y 44).
—Aquel que esté sin pecado, que tire la primera piedra (San Juan, 8:7).
Ahora, ¡¿quién no se equivoca en este mundo?!...
Jesús se proyectó en la Historia para enseñarnos, con Su propio ejemplo, una ruta ideal para la Paz:
—Amaos como Yo os amé. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos (San Juan, 13:34 y 35).
MENSAJE A LOS CREYENTES Y ATEOS
El mensaje de ese Excelso Benefactor está más allá de religiones, ideologías, etnias. Habla a las almas de creyentes y ateos y nada tiene que ver con los excesos de diferentes generaciones que se martirizaron durante siglos. Los Seres Humanos deberían estudiarla ecuménicamente, desmenuzando Su pensamiento ético, social, económico, filosófico, político y religioso, singularizado en el gesto de socorrer, en la angustia y en la desesperación, a las viudas y a los huérfanos, a los sedientos y a los hambrientos, a los desnudos, a los enfermos y a los presos, de cuerpo y de Alma (San Mateo, 25:34 a 40).
Nuestro homenaje, pues al Libertador Divino, que, primero, nos libera de nosotros mismos, indicándonos el camino de la Luz Celeste. La esencia de Su Evangelio, la Solidaridad, emancipa a las criaturas de todos los orígenes, ya que las transforma desde adentro hacia fuera:
—Ya no os llamaré siervos, porque éstos no saben lo que hace su señor. Sino que os considero amigos, porque todo cuanto oí de mi Padre os he dado a conocer (San Juan, 15:15).
LA ESENCIA DE LA FRATERNIDAD
Que la noción de Su elevada sapiencia pueda llevarnos a comprenderlo mejor, para sentirlo mejor en Su ingente esfuerzo por aproximar a los pueblos, de modo que suceda, en la esencia de la Fraternidad,
—un solo Rebaño para un solo Pastor (San Juan, 10:16),
que es Dios, o, para los que en Él no creen, la aspiración más exaltada de la que tanto carecemos para que haya continuidad de la vida en el planeta que nos acoge. Es la armonía de la gente madura, formada por negros, blancos, amarillos, mestizos, en fin, Seres Humanos y Espirituales, dado que solo existe una raza, la Raza Universal de los Hijos de Dios. Finalmente, ¿quién no es mestizo en este mundo?
He aquí la más improrrogable caridad que Él nos ofrece en esta época de tanto egoísmo: para liberarnos, necesitamos liberar; para salvarnos, necesitamos salvar. Es la Ley de la Reciprocidad [de la que también hablaba Confucio (551-479 a.C.)]:
—Todo cuanto, pues, queréis que los hombres os hagan, así hacéis vosotros también a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas (San Mateo, 7:12).
VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TERRA
Dijo también Cristo:
Vosotros sois la sal de la tierra; ahora, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? Para nada más sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede esconder la ciudad edificada sobre un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo de una vasija, sino en el velador, de forma que ilumine a todos los que se encuentran en la casa.
Así brille también vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (San Mateo, 5:13 a 16).
Cuando la moda para algunos es aumentar el foso entre las criaturas, el acto de promover las cualidades del Espíritu, sin permitir que la sal de la tierra —que es la palabra de Paz de Nuestro Señor Jesucristo— se vuelva insípida, es también medida de salvación general. Porque, si no existen más fronteras para el “capital soberano”, incluso las barreras que impiden el avance de las consecuencias de la miseria en que viven poblaciones incontables, por los territorios de la abundancia, caerán. Resaltar, por lo tanto, el lado apreciable de cada uno y hacerlo un instrumento poderoso de transformación, incluida la económica, se convirtió en una estrategia que exige no solamente talento, sino habilidad, energía y determinación para ejecutarla. He aquí por qué igualmente aconsejó Cristo:
Sed sencillos como las palomas, pero prudentes como las serpientes. (...) Aquel, que persevere hasta el fin será salvo (San Mateo, 10:16 y 22).
Se hace aún necesario terminar de recorrer el sendero de la espiritualidad, lo que no quiere decir ser tonto o cobarde, sino valiente como fueron y son muchos de los luchadores de los diferentes segmentos de la sociedad. A todos, nuestro saludo.
Con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras Almas (San Lucas, 21:19).
Y, como dice el Apocalipsis, 21:5 a 7, 22:21:
Entonces Aquel que estaba sentado en el trono dijo: He aquí que hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Todo hecho está. Yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. Yo, a quien tiene sed, le daré gratuitamente de beber de la fuente del agua de la Vida Eterna.
El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será mi hijo. (...)
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea para todos vosotros por siempre. Amén.
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*¹ Texto originario del artículo publicado por el autor, en la década de 1980.
*² Paiva Netto se refiere a conmemoraciones de la Historia brasileña: mayo, 13 de mayo de 1888, la Princesa Isabel firma la Ley Áurea; noviembre, referencia a Zumbi (sobrino del rey Ganga Zumba), héroe del Quilombo dos Palmares, siglo 17. Después de resistir a varias invasiones, traicionado, fue cercado por las tropas invasoras del mercenario Domingos Jorge Velho, a quien derrotara otras veces, y fue muerto.
*³ Traducción del Padre Matos Soares, edición de 1954 —Tip. Sociedade de Papelaria— Porto
*4 Seguramente inspirado en la palabra de Jesús, constante en el Evangelio según San Marcos, 10:43 y 44, el filósofo y sociólogo italiano Pietro Ubaldi (1886-1972), en A Grande Síntese, escribió: “El comando supremo es sencillamente la suprema obediencia”.
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