Paz, oración y vigilancia
El pastor Martin Luther King Jr. (1929-1968), destacado luchador por la igualdad de derechos civiles en los Estados Unidos, en un discurso proferido el 10 de abril de 1957, en la ciudad de Saint Louis, Estado de Missouri, declaró con precisión: “La verdadera paz no es meramente la ausencia de tensión, es la presencia de justicia”.
Está en lo correcto el intrépido luchador de la causa de la filosofía de la no violencia, porque la Paz es uno de los más potentes talentos de Dios, sinónimo de Amor y de Justicia afirmados en la Verdad. Todo debe convergerse hacia ella y desde ella expandirse. No tiene nada que ver con cobardía, más bien con el buen sentido y la acción fraterna eficiente. “Velen y oren” (Buena Nueva, consonante San Marcos, 14:38) es una valiosa enseñanza de Jesús Ecuménico, el Divino Estadista, para alcanzar la Paz, con fuerte decisión y gran paciencia.
Amonestó el Cristo de Dios: “Presten atención, velen y oren, porque no saben cuándo llegará el momento del Juicio Final” (Evangelio, conforme San Marcos, 13:33).
Alziro Zarur (1914-1979) interpretaba el velar también como trabajar. Entonces, decía: “Oren y velen; es decir, oren y trabajen”. San Benito (480-547), a su vez, tornó un principio fundamental de su Orden el “Ora et labora” [“Ora y trabaja”].
La joven escritora judía alemana Anne Frank (1929-1945) dejó registrado en su diario ideales pacíficos, aun sufriendo la aflicción de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). He aquí su valiente testimonio, una advertencia para los que aún se complacen en un pesimismo que solo hace aumentar las enfermedades sociales y físicas de los pueblos: “A pesar de todos y de todo yo todavía creo en la bondad humana”.
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