Oración, trabajo y Paz
Mi hijo menor, hoy un adolescente, desde muy pequeño, al proferir con nuestros familiares y amigos una breve oración en la mesa antes de las comidas, sensibiliza a todos con un sencillo mantra, que podría resumir grandes compendios de sabiduría, aquella que comparte solidaridad sin fronteras de toda especie. Exclama el joven:
—¡Dios, Te pido que no falte la comida en el plato de nadie ni en el nuestro!
En los desafiantes momentos por los que pasa el planeta, considero muy válido invocar a los Poderes Celestiales una análoga súplica: ¡Que no falte el decente medio de ganar el propio sustento a ninguna mujer luchadora, a ningún dedicado trabajador ni a nuestros familiares! ¡Amén!
Hagamos juntos esta oración, pero con la actuante esperanza de que ese “así sea” encuentre, en los planes de gobiernos del mundo, acertadas providencias que atiendan a las urgentes necesidades de las poblaciones.
Seres humanos bien empleados y debidamente valorizados en sus esfuerzos son la garantía de Paz y de Sostenible progreso para todos. Jesús, el Administrador Celestial de seres espirituales y humanos, fue pragmático al afirmar en Su Evangelio, según San Lucas, 10:7:
—Digno es el trabajador de su salario.
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