Mecanismo de las Concesiones Celestiales
Cumplamos bien nuestra misión prometida a Jesús antes de reencarnar y tendremos siempre Su protección, por peor que sea la difícil contingencia momentánea. El mal puede, a veces, —¿cómo decir?— asustar. Sin embargo, solo el Bien es eterno, porque es Dios. Conforme aprendemos en este axioma:
—Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.
No obstante, como el Padre Celestial ampara a todos, por una extensión de la Sabiduría Divina, que aún ignoramos en toda su amplitud, más adecuado sería exclamar:
—¡Dios ayuda a quienes MEJOR se ayudan!
Claro que no de forma egoísta. El egocéntrico puede valerse de esa idea y aplicarla a sus intereses más mezquinos, indisponiéndose, así, contra el Mecanismo de las Concesiones Celestiales. La Ley de Dios no se deja seducir e inevitablemente concede “a cada uno de acuerdo con sus propias obras”, como nos enseña Jesús (Evangelio, según San Mateo, 16:27).
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