Las graves consecuencias de los distintos tipos de suicidio
Nadie está libre de las influencias espirituales inferiores, las que, incluso cuando no se revelan en un gesto tan extremo como matarse, encierran consecuencias que puede configurar un verdadero suicidio en vida.
¿Cuántas empresas, por ejemplo, se llevan a la “muerte”, es decir, a la bancarrota? ¿Cuántos matrimonios están en conflicto, arrastrando en su enojo la felicidad de los hijos? ¿Cuántos se entregan a la “muerte” por los vicios de la bebida, del cigarrillo, de las drogas, que enferman y destruyen nuestro cuerpo físico y desvirtúan el Alma? ¿Y las llagas del odio, de la violencia doméstica, del femicidio, de la pedofilia, de la efebofilia, de las violaciones...? ¿Cuántos son drásticamente afectados, arrancados del mundo por esas barbaries? ¿Y las guerras, el desmantelamiento económico de países, los conflictos étnicos de toda suerte?... ¿Y la hipnosis colectiva que, por el planeta, ciega a gobernantes y a gobernados? Todos son Espíritus en la carne; por lo tanto, completamente susceptibles de sufrir el magnetismo inferior de esos “invasores de Almas”, que aquí denominamos “lobos invisibles” o espíritus obsesores. Sin embargo, en medida aún más vigorosa, cualquier persona es capaz de convertirse en un instrumento caritativo con los cuidados de las Falanges Divinas, de las Almas Benditas. Todos somos médiums, conforme nos revela Allan Kardec (1804-1869). Y ningún poder es mayor que el de Dios.
Reitero la importancia de la lectura de “El equilibrio como objetivo”, página en la que esclarezco que el mundo material no podrá evolucionar más sin el auxilio flagrante del Mundo Invisible Superior. (...)
Cómo impedir la acción de los espíritus malignos
Mis Hermanos y mis Hermanas, muchas veces ¡nuestros Ángeles Guardianes enfrentan dramas con el fin de librarnos de funestos ambientes, que acabamos atrayendo para dentro de nuestros hogares, de nuestras empresas, de nuestras iglesias, de nuestras comunidades, de nuestros países! No obstante, alguien puede decir: “pero, Hermano Paiva, yo intento, yo lucho; sin embargo, no consigo apartar esos obsesores espirituales de mi camino. En el ambiente de mi empresa, por las calles, en mi casa, en las de mis seres queridos, ellos siempre están acá, o allá, atormentándome, haciendo que mi capacidad en el trabajo sea afectada; mi felicidad, mi salud, mi paz estén en declive. Ya no tengo fuerzas...”.
Tiene fuerzas, ¡sí! ¿Quién le dijo que no? Aleje de sí las sugestiones de debilidad, justamnte, del aquí ultradenunciado “lobo malhechor espiritual”. Y ore por él, de manera que la oración fervorosa toque los rincones de su alma, convirtiéndolo, por la transformación del carácter, en un buen sujeto. Ruegue por el apoyo de su Ángel de la Guarda, o Espíritu Guía, o Deidad Tutelar; sea cual fuera la manera que usted denomine a esos Benefactores (aún) Invisibles.
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