La muerte no es el fin

Dios no es muerte. Es Vida. Y Vida Eterna. El propio Jesús reveló a Sus discípulos que el Padre Celestial gobierna universalmente a seres inmortales.

Arquivo BV

Alziro Zarur

La muerte no es el fin de la existencia humana. Como decía el inolvidable Proclamador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espírito Santo, Alziro Zarur (1914-1979), “ella no existe en ningún punto del Universo”.

Realmente, porque ni el cadáver está muerto. Al deshacerse, libera miles de millones de formas minúsculas que generarán otras maneras de existir.

¿Usted no lo cree? Tiene todo el derecho. Pero ¡¿si fuera verdad?! Prémiese, mi amiga, mi amigo, con el derecho a la duda, base del discurso científico, que con la indagación incesante, continúa abriendo caminos nuevos para la Humanidad.

Piense en el hecho de que si lo que afirmamos aquí es realidad, Usted se encontrará allá, después de un aparente acto de liberación, (el suicidio) terriblemente oprimido (u oprimida). Se encontrará en una situación para la que, de ninguna forma, estaba preparado (o preparada). ¡¿A quién recurrir, si en principio, apartó de sí a todos los seres queridos y alegrías que insistía en no ver?! En aquel momento, tardíamente, le gustaría volver a verlos. Y solamente después de muchas oraciones, que Usted, tal vez jamás o raras veces, haya proferido en la Tierra, percibirá, en un gesto de humildad, una luz que le enciende, en las tinieblas. Solo así, podrá recomenzar una caminata que se habrá tornado más áspera, después de muchos dolores cargados por su propio Espíritu.

Como se dice aquí, en la Religión de Dios, “el suicidio no resuelve las angustias de nadie”; por lo tanto, tampoco las suyas.

Mi Hermano, mi Hermana, la Vida continúa siempre; y luchar por ella vale la pena. Por peor que sea la oscuridad de la noche, el Sol nacerá, trayendo claridad a los corazones.

Shutterstock

Aún más, si miramos a nuestro alrededor en el quehacer cotidiano, veremos que hay seres humanos e incluso animales, en una situación más dolorosa, necesitando que se les extienda una mano amiga. No debemos perder la oportunidad de ayudar. A aquel que ayuda no le faltará nunca el amparo bendito que pueda curar sus heridas. ¡Vivir es mejor!

No hay muerte en ningún punto del Universo
Credits: NASA/JPL-Caltech

Fui a buscar en el primer volumen de la colección, de mi autoría, Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espírito Santo, el siguiente fragmento, por ser muy apropiado:

En Brasil, el dos de Noviembre es el llamado día de los muertos.

Una vez, un periodista me preguntó si solía orar por ellos. Le respondí: Naturalmente. Sentimos añoranza de aquellos que nos antecedieron en el camino hacia la gran Patria Espiritual, el Mundo de la Verdad. Recordamos a nuestros familiares y amigos con mucho cariño. La añoranza se comprende, pero no conviene alimentar tristeza, porque eso perturba el Espíritu de la persona amada. Ellos están más vivos que nunca. Nada muere. Basta ver que el cadáver, que vistió el Espíritu, también se transforma en Vida. La muerte es un engaño.

El inolvidable periodista, conductor de radio, poeta y escritor Alziro Zarur enseñaba que “no hay muerte en ningún punto del Universo”. Dios no es muerte. Es Vida. Y Vida Eterna. El propio Jesús reveló a Sus discípulos que el Padre Celestial gobierna universalmente a seres inmortales. Y concluyó: “Por no creer en esta realidad, vivís equivocadamente”. Aquellos que amamos no mueren jamás, incluso encontrándose ya en el Mundo Espiritual. Muchos permanecen a nuestro lado, ayudándonos; otros pueden estar necesitando de nuestras oraciones. Oremos por ellos, para que cuando llegue nuestro momento alguien ore por nosotros, y agradezcamos a Dios por ser Dios de vivos. Los muertos no mueren.

Pascal (1623-1662) definía: “La inmortalidad del Alma tiene para el hombre tamaña importancia, le interesa tan profundamente, que es necesario haber perdido toda la sensibilidad para ser indiferente a su conocimiento”.

José de Paiva Netto, Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), es escritor, periodista, conductor de radio, compositor y poeta brasileño. Además, es miembro efectivo de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI, siglas en portugués) y de la Asociación Brasileña de Prensa Internacional (ABI-Inter, siglas en portugués). Afiliado a la Federación Nacional de los Periodistas (FENAJ, siglas en portugués), a la International Federation of Journalists (IFJ), al Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Rio de Janeiro, al Sindicato de Escritores de Rio de Janeiro, al Sindicato de los Profesionales de Radio de Rio de Janeiro y a la Unión Brasileña de Compositores (UBC). Integra también la Academia de Letras de Brasil Central. Es un autor de referencia internacional en la defensa de los derechos humanos y en la conceptualización de las causas de la Ciudadanía y de la Espiritualidad Ecuménicas, que, según él, constituyen “la cuna de los más generosos valores que nacen del Alma, la morada de las emociones y del raciocinio iluminado por la intuición, el ambiente que abarca todo lo que trasciende el campo común de la materia y proviene de la sensibilidad humana sublimada, como ejemplo de la Verdad, de la Justicia, de la Misericordia, de la Ética, de la Honestidad, de la Generosidad, del Amor Fraterno”.