La fe que impulsa a los conquistadores del mundo
Todo se origina en el Espíritu. El cuerpo es nuestra ropa temporal. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya trabaja en la importancia de la salud espiritual. Hay muchas investigaciones serias que indican cómo la Espiritualidad influye en el bienestar de una persona. Y la herramienta capaz de alcanzar la tranquilidad del Alma es, en un planeta tan carente, la oración acompañada de la efectiva acción de la Solidaridad (que siempre debería guiar el servicio de los gobiernos), sin el cual el ejercicio de la oración —nacida de la sintonía con Dios (o, a los que no tienen creencia religiosa, de la vivencia de los más elevados sentimientos)— solamente podría, en ciertos casos, transformarse en otra execrable personificación del egoísmo. Para un mejor entendimiento de la Fe espiritual y socialmente activa, nombré la expresión Fe que Realiza: la que nos une a los Poderes Superiores, pacifica nuestra Alma y nos motiva a realizar el Bien en la sociedad. La Fe que Realiza es, por lo tanto, la que impulsa a los conquistadores del progreso en el mundo, impidiendo la paralización de las comunidades. Su deber es crear y actuar en un ambiente sin intolerancia, que ha sido, por los siglos, uno de los mayores tormentos de la humanidad.
Los que se desvían por el camino no sirven de referencia. Es necesaria una pequeña explicación. Hay personas especiales por la fuerza de su creencia en el Poder Celestial que, con el simple hecho de orar, mueven las Fuerzas Divinas, logrando verdaderos milagros que solucionan los problemas insolubles a la providencia humana y curan enfermedades, dejando perplejos a los respetables científicos. He aquí ejemplos de estos notables místicos: el padre Pío (1887-1968) y Don Bosco (1815-1888), en Italia; Edgard Cayce (1877-1945), en Estados Unidos; Djuna, en Rusia; Chico Xavier (1910-2002) y el padre Antônio Ribeiro Pinto (1879-1963), en Brasil; Theresa Neumann (1898-1962), en Alemania; Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), en Francia; Lúcia, Jacinta y Francisco, en Fátima, Portugal.
Cómo sanar el cuerpo
Entonces, vayamos hacia la dirección opuesta del camino que lleva al hombre a la enfermedad. Vivamos en conexión con el Padre Celestial. No caigamos en las trampas que enferman nuestro cuerpo. Y así se hará evidente, incluso para los hombres o mujeres más escépticos, que el respeto por las cosas espirituales es un elemento fuerte para toda curación. Como ya lo dije, los medicamentos son más eficientes donde prevalece el Amor.
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