El Espíritu-Medida
Hagamos el Bien, porque el tiempo continuará pasando. Como ya les dije: Estamos en el cuerpo, pero somos Espíritu. Eso nos lleva a concluir que Protágoras (aprox. 490-415 a. C.), filósofo griego de la escuela sofista, no alcanzó la amplitud universal de la esencia del ser humano cuando concluyó que “el hombre es la medida de todas las cosas”.
Con el pensamiento elevado a nuestro Divino Maestro, caminemos más adelante y digamos que el Espíritu Eterno, que habita el cuerpo humano, este sí, es la medida de todas las cosas, porque es Ciudadano Celestial.
Mujeres y hombres, jóvenes, niños y Espíritus, Almas Benditas de la Buena Voluntad de Dios, nuestro esfuerzo es llevar al pueblo las fórmulas divinas del Amor y de la Verdad, de la Humildad y de la Esperanza, de la Justicia y de la Paz, que emanan de las enseñanzas del Educador Sublime, Jesús. Es el Pan Espiritual, que nos empeñamos en compartir con todos. Cuando aceptemos esto y lo vivamos conscientemente, no en la superficie, sino en el interior de nuestra Alma, estaremos listos para proclamar la Política de Dios al Espíritu Inmortal del ser humano.
El secreto es confiar en Jesús, ¡el Gran Amigo que no abandona a un amigo en medio del camino! He aquí el inicio de todo el Bien. Conforme decía el viejo Goethe (1749-1832), “en el principio era la acción”. El valor se prueba con el trabajo.
Por lo tanto, si nos guiamos plenamente por los Preceptos Espirituales, revelados por los portavoces del Altísimo, presentes en las más variadas culturas, las lamentaciones de Jeremías sobre Jerusalén encontrarán su fin, y “habrá un solo Rebaño para un solo Pastor”, que es el Cristo (Evangelio de Jesús, según San Juan, 10:16).
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