Economía, Ciencia, Religión y su Ética
Me gusta siempre reforzar lo que escribí, al inicio de la década de 1980, en el diario Folha de S.Paulo: la Economía es la más religiosa de las Ciencias o Arte, puesto que de la Religión debe provenir la Ética, que determina el comportamiento civilizado del ser humano. No es que la Ciencia, iluminada por las luces de la compasión, no tenga, en su campo de trabajo, el mismo deber, porque, conforme amonestaba el irreverente François Rabelais (1494-1553), en Pantagruel (1532): “Ciencia sin conciencia no es más que ruina del Alma”.
Todas las facultades de Economía, y otras, deberían atreverse a estudiar por los caminos eternos del Espíritu, porque, como ya lo dije, verdaderamente el gobierno de la Tierra comienza en el Cielo.
En el libro de Job, 34:13, dos preguntas se lanzan a los moradores del planeta: “¿Quién le entregó el gobierno de la Tierra? ¿Y quién le dio autoridad sobre todo el mundo?”.
Naturalmente, ese Donador y Creador solo puede ser una Autoridad que está por encima del género humano: ¡DIOS!
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