Desenmascarando al anticristo

En la serie radial “Evangelio Unificado de Jesús” —que enuncié por la Super Red Buena Voluntad de Radio, en la década de 1990—, defiendo mi punto de vista en cuanto a la verdadera fisonomía del anticristo. En determinado momento de la charla espontanea, en vivo, destaqué:

¿Qué puede ser más anticristo que el odio? Algunos solo están esperando un monstruo, pero es necesario liberar la cabeza de simbolismos estereotipados, que induce a esperar algo del otro mundo, cuando el problema está aquí en este mismo plano, hace siglos, desarrollándose. El Apocalipsis habla de varios anticristos. Sin embargo, la explicación que existe sobre ellos es muy restrictiva.

Los estereotipos suelen distraer a los seres humanos, cuando, en realidad, la acción del anticristo es la ira, la violación, el feminicidio, la pedofilia, la maldad, la violencia doméstica, la corrupción, la impunidad y todo lo demás que deshonra al Espíritu, al ser humano, al ciudadano, a la familia, a la comunidad, a la sociedad, a la patria, al mundo.

He aquí que el anticristo es también una especie de “lobo invisible” —el espíritu obsesor—, que debe ser desterrado del interior de los seres humanos urgentemente. Es Babilonia^*1, una parte no apreciable de todos nosotros. 

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Nostradamus (1503-1566), en una carta dirigida a Enrique II (1519-1559), rey de Francia, revela que: “La apostasía será generalizada”.

El vidente de Salon*² hizo, con esas pocas palabras, una descripción de la actividad del a

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nticristo.

El Maestro Jesús, a su vez, al describir los tiempos en que vivimos, declaró: “Y tanto aumentará la maldad [en el mundo], que el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, será salvo” (Evangelio del Cristo, según San Mateo, 24:12 y 13).

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*¹ Babilonia: Apocalipsis de Jesús, según San Juan, 14:8; 16:19; 17:5; 18:2; y 18:10.
*² Salon: ciudad francesa donde vivió Nostradamus.