Luchar incansablemente por la Paz
El fantasma de las guerras, grandes o pequeñas, de diferentes formas, aún nos ronda. Entonces, igualmente es hora de hablar de la Paz y de luchar por ella, hasta que sea alcanzada, incluyendo la paz en el tránsito, en que los desastres generan tantas víctimas. Uno de los peligros que la Humanidad atraviesa es la vulgarización del sufrimiento. De ver tanto dolor a través de los necesarios medios de comunicación, mucha gente puede comenzar a considerarlo como algo que no puede cambiarse. He aquí la destrucción de la tranquilidad entre personas y naciones, cuando se dejan arrastrar por lo "irremediable". Pero, todo es posible de mejorar o corregir en esta vida, como el ejemplo de Bogotá, en la reducción de la criminalidad.
Si por la masacre de las noticias trágicas, las familias se dejan tomar por el absurdo, este irá tomando cuenta de sus existencias. (...)
Sociedad Solidaria y Altruista
En todas partes se debate sobre la brutalidad desenfrenada, y cada vez se está más perplejo por no encontrarse una salida eficiente, a pesar de tantas tesis brillantes. Es que la respuesta no está lejos, sino cerca de todos nosotros: Dios, que no es una ilusión. Inspirado en Jesús, San Pablo Apóstol decía: "Vosotros sois el Templo del Dios Vivo" (Segunda Epístola a los Corintios, 6:16). San Juan Evangelista, a su vez, afirmó que "Dios es Amor" (Primera Epístola de San Juan, 4:8). Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, a lo largo de los milenios, está pacientemente enseñando y esperando que finalmente aprendamos a vivir en comunidad. Se trata de la perspectiva nacida de Su corazón, que es solidaria y altruista, establecida en Su Mandamiento Nuevo: "Amaos como Yo os he amado" (Evangelio, según San Juan, 13:34), la Ley de la Solidaridad Espiritual y Humana, sin la que jamás este planeta conocerá la justicia social verdadera.
En un futuro que nosotros, civiles y militares de buen sentido común, deseamos sea próximo, no se firmará más la Paz bajo los rastros de tanques o al retumbar de cañones; sobre pilas de cadáveres o multitudes de viudas y huérfanos; ni tampoco sobre grandiosas realizaciones de progreso material sin Dios. Es decir, sin el correspondiente avance espiritual, moral y ético. La esperanza de un futuro mejor es la llama que no se apaga en el corazón perseverante en el Bien.
Otro paradigma
Debe haber un paradigma para la Paz. ¿Cuál? ¿Los gobernantes del mundo? Todavía, en la era contemporánea, mientras se ponen a discutirlo, sus países progresivamente se arman. Ha sido así la historia de la "civilización"... "Quousque tandem, Catilina?" (¿Hasta cuándo, Catilina?). Rui Barbosa (1849-1923), el valiente Águila de La Haya, sin embargo, inspirado por la Sabiduría Divina, advierte: "Si quieres la Paz, prepárate para la Paz".
Jesús, el Cristo Ecuménico, el Estadista Celestial, nos presentó un excelente camino: "Mi Paz os dejo, mi Paz os doy. Yo no os doy la paz del mundo. Yo os doy la Paz de Dios, que el mundo no os puede dar. No se turbe vuestro corazón ni recele, porque Yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin de los tiempos" (Buena Nueva, según San Juan, 14:27). ¿Qué tal experimentarlo?
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