Educación para erradicar la pobreza
Mientras que no prevalezca la enseñanza eficaz, anhelada por todos los de sentido común, cualquier nación padecerá cautiva de las limitaciones que a sí misma se impone.
Mis saludos a los jefes de Estado, a las delegaciones, a las agencias internacionales, a las organizaciones de la sociedad civil y a todos los participantes de la Reunión de Alto Nivel del Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2017, que trata el relevante tema “Erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones mediante la promoción del desarrollo sostenible, la ampliación de las oportunidades y la respuesta a los problemas conexos”.
La contribución de la Legión de la Buena Voluntad (LBV) a los debates no podría ser otra que no sea destacar el monumental valor de la Educación, de la Paz y de la verdadera Caridad en la conquista de ese arrojado intento, enfocado en el progreso y en el bienestar de los pueblos.
Informe de la UNESCO sobre la educación y la pobreza
Desde hace décadas, hemos defendido que en la enseñanza reside la gran meta a ser alcanzada ya. Educación y Cultura con Espiritualidad Ecuménica para el pueblo, a partir de la infancia —con la Pedagogía del Afecto y la Pedagogía del Ciudadano Ecuménico—, se destacan entre las preocupaciones mayores de la LBV, junto a su reconocida Promoción Humana y Social. En estos casi 70 años de actividad solidaria, la Institución ha transformado millones de vidas, mejorándolas mediante el intelecto instruido y, sobre todo, la sabiduría del corazón. Como tuve la oportunidad de destacar al notable expresidente y ex primer ministro de Portugal, Dr. Mário Soares (1924-2017), mientras que no prevalezca la enseñanza eficaz, anhelada por todos los de sentido común, cualquier nación*1 padecerá cautiva de las limitaciones que a sí misma se impone.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) realizó una importante investigación sobre la relación entre Educación y erradicación de la pobreza, que monitoreó durante los años de 1965 a 2010. El recién lanzado estudio “Reducir la pobreza mundial a través de la educación primaria y secundaria universal” revela, en la página 11: “Si todos los adultos terminaran la educación secundaria, 420 millones de personas podrían salir de la pobreza, reduciendo el número total de personas pobres en más de un 50% a nivel mundial y en casi dos tercios en África Subsahariana y Asia Meridional”. Según informa la UNESCO, “si persisten las tendencias actuales, de los 61 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria que actualmente no lo hacen, 17 millones nunca acudirán a un aula”.
Esos datos son alarmantes y llaman a todos a la responsabilidad de no solo combatir los efectos, sino actuar en las causas, lo que conducirá a resultados más sólidos y sostenibles en la lucha contra la miseria, que vergonzosamente todavía se destaca en el planeta.
La unión de todos por el bien de todos
Uno de los mayores desafíos de las naciones emergentes o de las que ya alcanzaron el más alto nivel de crecimiento material en sus economías, es el del desarrollo sostenible. Sin embargo, si deseamos ver el progreso compartido con todos, creemos que el desarrollo solidario debe, ante todo, iluminar las actitudes de los habitantes de la Tierra y de sus futuras generaciones —del mayor al menor— de nuestra morada colectiva. Por lo tanto, además de una política pública eficaz, el planeta exige el compromiso de una conciencia nueva, basada en principios que garanticen la continuidad de la vida y la coexistencia humana por encima de todos los otros intereses. Esa conciencia fomenta iniciativas conjuntas entre los países, para auxiliar a los pueblos que necesitan urgentemente de alguien que les extienda las manos.
Jesús, el Economista Divino, a Su vez, nos ofrece un camino novísimo, porque está establecido sobre las bases renovables eternas del Espíritu, el movimiento perpetuo, el sostén del desarrollo planetario. En el Evangelio del Cristo Ecuménico, el Estadista Celestial, según las anotaciones de San Juan, 13:34 y 15:13, podemos leer:
Una palabra de paz
—Dijo Jesús: “Un Nuevo Mandamiento les doy: ámense como Yo los he amado. (...) No hay mayor Amor que éste: donar la propia vida por sus amigos”.
Siempre un buen término puede surgir cuando los individuos se empeñan lealmente en él. Y esto ha hecho que la civilización, al menos tal y como lo vemos por ahí, milagrosamente sobreviva a sus peores tiempos de locura. La sabiduría del Talmud ofrece este mensaje práctico:
—La paz es para el mundo lo que la levadura es para la masa.
Erradicar la miseria: ¿una cuestión económica o de conciencia?
Hace mucho tiempo que vengo advirtiendo que la Solidaridad se expandió del luminoso campo de la ética y se presenta como una estrategia, de modo que el ser humano pueda alcanzar su propia supervivencia. A la globalización de la miseria contraponemos la globalización de la Fraternidad, que espiritualiza a la Economía y solidariamente la disciplina, como fuerte instrumento de reacción al pseudofatalismo de la pobreza.
De ahí el indispensable valor de la Caridad. Y observen que no es de hoy la tesis de que la Caridad no resuelve nada, como definden algunos que le atribuyen —crean— la manutención del status quo, en el que la pobreza y la miseria son solo maquilladas por una ineficiente acción asistencialista.
Ese tipo de postura, sin embargo, no entiende el papel real de la Caridad para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones. Los que defienden su ineficacia, aunque equivocados, llaman la atención para combatir la inercia y la cobardía de muchos que, pudiendo ayudar en el incentivo y en el crecimiento social de los pueblos, prefieren esquivar el compromiso con parcas y miserables limosnas. Aunque, para quienes tienen hambre, toda ayuda es bienvenida.
Dijo el Profeta Muhammad (570-632) —“¡Que la Paz y las bendiciones de Dios sean con él!”:
—Jamás alcanzaréis la virtud, hasta que hagáis de la caridad aquello que más apreciáis. Y sabed que, de toda caridad que hagáis, Allah lo sabe bien.
La reforma del ser humano
Al trabajar por la erradicación de la pobreza, promoviendo la prosperidad de las poblaciones, es esencial que primero modifiquemos la mentalidad de los seres humanos. Pero, ¿sobre qué bases? Sobre las del Espíritu, en tanto no sea considerado una simple proyección de la mente. Ante todo, es necesario depositar plena confianza en la capacidad de las personas, verlas con Buena Voluntad, si quisiéramos formar ciudadanos correctos, felices, competentes, productivos, en términos nacionales y planetarios, proporcionándoles oportunidades efectivas. Debemos destacar sus virtudes y corregir, con educación eficaz, aquello que merezca ser corregido.
No se pide un repentino milagro —si bien nada es imposible—, sino el fortalecimiento de un ideal que se establezca, etapa por etapa, hasta que se complete su extraordinario servicio. Eleanor Roosevelt (1884-1962), la notable presidente de la Comisión de los Derechos Humanos en la ONU, para definir bien esa especie de embates, afirmó:
—Para alcanzar la Paz, debemos reconocer la verdad histórica de que ya no podemos vivir separados del resto del mundo. Debemos también reconocer el hecho de que la Paz, así como la libertad, no se obtienen de una única vez y definitivamente; es una batalla diaria por más territorios y el resultado de muchos esfuerzos individuales.
El tan pretendido cambio estructural, además de contar con el poder de la razón, debe contar con lo mejor del sentimiento del ser humano; de lo contrario, seguirá expresando la voluntad soñadora en que casi se transformó tantas veces. Urge, pues, unir mente y corazón. Que los ojos miren las alturas, pero conviene que los pies permanezcan firmes en el suelo.
Madame Curie (1867-1934), Premio Nobel de Física en 1903 y de Química en 1911, quien con esfuerzos y sacrificios incontables llevó la Ciencia a tantas conquistas, de lo alto de su perseverancia concluyó:
—No se puede pretender construir un mundo mejor sin que antes mejoren los individuos. De ahí que cada uno de nosotros deba esforzarse por mejorar, al tiempo que se comparte la responsabilidad por el conjunto de la humanidad.
El renombrado educador norteamericano Booker T. Washington (1856-1915) —primer presidente de la legendaria Escuela de Tuskegee, que se dedicó a crear condiciones mejores de progreso para los exesclavos y sus descendientes y para los indígenas, por los que también trabajó, esencialmente a partir de la Educación— escribió:
—No hay defensa o seguridad para ninguno de nosotros a no ser en la más alta inteligencia y en el desarrollo superior de todos.
Es evidente que esto hoy se aplica a toda la raza humana, el Capital de Dios, como seguramente deseaba, en lo profundo de su ideal, el infatigable Dr. Booker, cuya Alma vislumbraba un futuro en el que el racismo, que considero una enfermedad social, no existiera más.
Quien hace el pan...
La Economía no puede ser el reino del egoísmo. Está para beneficiar a todos los pueblos, compartiendo decentemente los bienes de la producción planetaria. No obstante, si esto no sucede, es porque es necesario un cambio de ética espiritual, de mentalidad, principalmente con el prisma del Nuevo Mandamiento de Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, que nos enseña que debemos amarnos como Él nos ha amado (Evangelio, según San Juan, 13:34). Si no, los depredadores de las multitudes pueden ganar la batalla, que a ellos consumirá de igual forma, a su debido tiempo. El desprecio a las masas populares es proliferación de desesperados. Ciertamente, alguien concluyó que quien hace el pan también debe tener derecho a él.
Llegará el día en que la Economía terrestre se inspirará en el espíritu de Caridad, porque la Luz de Dios avanza por los más recónditos o tristes ambientes del pensamiento y de la acción humana.
La falta de humanidad genera falta de humanidad
En mi estudio Ciudadanía del Espíritu (2001), afirmo que la falta de humanidad genera falta de humanidad. Ahí está, en resumen, la explicación del estado actual de las diversas regiones del planeta. Pero, con la riqueza de nuestro Espíritu, podemos edificar un mañana más apreciable. Sin embargo, ninguna reforma será duradera si no hay sentido de Caridad, el respeto al ser humano y una buena dirección de las personas, actuando en el corazón.
La Caridad es la comprobación del supremo poder del Alma al construir épocas mejores de vida material y espiritual para los países y sus pueblos, los Ciudadanos del Espíritu. Resta a las personas aprender a ver esa realidad y desarrollar la compasión, aliada a la Justicia. Así, con el pasar de las eras, el mundo abandonará la enfermedad que a lo largo de los milenios le ha hecho tanto mal: la poca atención que le da a la fuerza del Amor Fraterno, “principio básico del ser, factor generador de vida, que está en todas partes y es todo”.
Sobre el sublime acto de donarse al prójimo y sus consecuencias sociales, así se manifestó el pensador político francés Alexis de Tocqueville (1805-1859), autor de La democracia en América:
—La caridad individual se adhiere a las mayores miserias, camina sin notarse detrás de la mala fortuna, reparando de pronto y en silencio los males producidos por ésta. Se hace visible allá donde haya desgraciados que socorrer; crece con sus sufrimientos (...). Esta sólo puede producir resultados útiles. (...) Alivia muchas miserias y no produce ninguna.
Identificación en el Bien, de norte a sur, de este a oeste
Mientras los gobiernos no llegan a “respuestas definitivas” para erradicar la miseria, que cada ser humano, reunido en comunidades o no, haga más de lo que pueda —y no lo deje de realizar— por su semejante, poniendo en marcha el poderoso espíritu asociativo de Caridad, tan predicado y vivido por Jesús, Muhammad, Moisés, Buda, Onisaburo, Confucio, Gandhi y otros luminares de la historia no solamente del campo religioso, tales como:
Aristóteles (384-322 a. C.), filósofo griego —“Vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz”.
Anália Franco (1853-1919), educadora brasileña —“Eduquemos y amparemos a los niños pobres que necesitan nuestra ayuda, arrancándolos de los caminos de los vicios, convirtiéndolos en ciudadanos útiles y dignos para el engrandecimiento de nuestra patria”.
Princesa Diana (1961-1997) —“Cada uno de nosotros tiene que probar cuánto puede preocuparse por los demás y, en el proceso, cuidar de nosotros mismos”.
Rui Barbosa (1849-1923), jurista, periodista, político y diplomático brasileño —“Todos los que dan a los necesitados, todos los que ayudan a los desvalidos, todos los que socorren a los afligidos, a los heridos, a los enfermos, todo eso está dentro del Evangelio, cuya sustancia se resume en la caridad”.
Charles Chaplin (1889-1977), actor y director del cine inglés —“Luchemos por un mundo nuevo, un mundo decente que dé al hombre la oportunidad de trabajo, que dé futuro a la juventud y seguridad a la vejez”.
André Rebouças (1838-1898), ingeniero militar, inventor y abolicionista brasileño —“(...) La paz armada es a la guerra, como las enfermedades crónicas a las enfermedades agudas; como una fibre persistente al tifus. Todas esas enfermedades aniquilan y matan a las naciones; es solo cuestión de tiempo”.
Anne Frank (1929-1945), joven escritora judía —“Todos tenemos dentro un pedazo de buenas noticias. ¡La buena noticia es que usted no sabe cuán grande puede ser! ¡Cuánto puede amar! ¡Lo que puede lograr! ¡Y cuál es su potencial! (...) ¡Qué maravilloso es que nadie necesite esperar ni un solo momento antes de comenzar a mejorar el mundo!”
Dra. Zilda Arns (1934-2010), médica pediatra, higienista brasileña y fundadora de la Pastoral da Criança —“El trabajo social necesita de la movilización de las fuerzas. Cada uno colabora con aquello que sabe hacer o con lo que tiene para ofrecer. De este modo, se fortalece el conjunto que sustenta la acción y cada uno siente que es una célula en la transformación del país”.
La Fontaine (1621-1695), fabulista francés —“Amor, amor, amor, todo lo demás no es nada”.
Saadi (1213-1292), poeta persa, cuyos siguientes versos se encuentran inscritos en un tapiz expuesto en la pared de entrada del edificio de las Naciones Unidas, en Nueva York, —“Los seres humanos son miembros en un conjunto, / en la creación de una esencia y alma. / Si afligen a un miembro con dolor, / sigue habiendo la otra voluntad inquieta de los miembros. / Si usted no tiene ninguna condolencia para el dolor humano, / El llamarse ser humano usted no podrá”.
Hermana Dulce (1914-1992), también conocida como “El ángel bueno de Bahia (Brasil)”, quien, en 1997, fue premiada con la Distinción de la Orden al Mérito de la Fraternidad Ecuménica, del ParlaMundi de la LBV (categoría Solidaridad) —“Si hubiera más Amor, el mundo sería otro; si nosotros amáramos más, habría menos guerra. Todo está resumido en esto: dé lo máximo de sí en favor de su Hermano y, siendo así, habrá Paz en la Tierra”.
Winston Churchill (1874-1965), político y escritor inglés, Premio Nobel de Literatura de 1953 —“Todas las grandes cosas son simples, y muchas se pueden expresar en una sola palabra: Libertad, Justicia, Honor, Deber, Misericordia, Esperanza”.
Herbert José de Sousa, el Betinho*2 (1935-1997), sociólogo, quien, en 1996, fue el ganador de la Distinción de la Orden al Mérito de la Fraternidad Ecuménica, del ParlaMundi de la LBV (categoría Solidaridad) —“No puedo ser feliz ante la miseria humana. El fin de la miseria no es una utopía”.
Augusto Comte (1798-1857), filósofo y sociólogo francés —“Vivir para los otros es no solamente la ley del deber, sino también la ley de la felicidad”.
Florence Nightingale (1820-1910), ícono inglesa de la enfermería, que siempre terminaba sus cartas con una frase donde manifestaba su extremo cuidado por el prójimo —“Es caridad cuidar bien de cuerpos enfermos. Es una gran caridad cuidar bien y pacientemente de las mentes enfermas (...). Sin embargo, existe una caridad aún más grande: hacer el Bien a quienes no son buenos con nosotros (...)”.
Por lo tanto, “¡ojalá todos los hombres se acuerden de que son hermanos!”, como exhortó Voltaire (1694-1778). En su Tratado sobre la Tolerancia, François-Marie Arouet (verdadero nombre del polémico pensador francés) escribió:
—La naturaleza dice a todos los hombres: (...) Os he dado brazos para cultivar la tierra y un pequeño resplandor de razón para guiaros; he puesto en vuestros corazones un germen de compasión para que os ayudéis los unos a los otros a soportar la vida. No ahoguéis ese germen, no lo corrompáis, sabed que es divino (...).
Sí, estimado Voltaire, y que sea de esa forma de norte a sur, de este a oeste, porque está disminuyendo a simple vista el tiempo histórico para que la Humanidad entienda que la conservación del planeta depende de nuestro comportamiento realmente civilizado. Y no son palabras de un místico vidente, por más respetable que sea, sino la simple constatación de la realidad. Nunca fue tan necesario como ahora el mensaje de fortaleza y esperanza.
Conclusión
Estimados amigos y estimadas amigas, que podamos, con la energía de nuestros más valerosos ideales, empeñarnos diligentemente en luchar por la erradicación de la pobreza. Que sepamos valernos, usando con mucha perspicacia esa herramienta estratégica llamada Educación con Espiritualidad Ecuménica.
Las elevadas aspiraciones que llevamos en lo más íntimo serán ‘el ariete’ para ampliar los horizontes de las comunidades —con el coraje, el espíritu de iniciativa y la creatividad, en el enfrentamiento a todos los graves desafíos mundiales de nuestro tiempo—, para que vivamos la tan soñada Sociedad Solidaria Altruista Ecuménica. Por este motivo, cuida del Espíritu, reforma al ser humano. ¡Y todo se transformará!
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*1 Cualquier nación...: En una visita al Parlamento Mundial de la Fraternidad Ecuménica, el ParlaMundi de la LBV, en Brasília/DF, Brasil, en 1997, el inolvidable Dr. Mário Soares, al ver inscripto en una de las paredes el pensamiento de Paiva Netto —“Mientras que no prevalezca la enseñanza eficaz, anhelada por todos los de sentido común, Brasil padecerá cautivo de las limitaciones que a sí mismo se impone”—, de forma entusiasta, como era su característica, se volvió hacia el dirigente de la LBV y exclamó: “¿¡Pero por qué solo Brasil!? ¡Esto es válido para el mundo entero!”, razón por la cual, aceptando la sugerencia del estadista portugués, Paiva Netto extendió la frase, a quien la quiera considerar, en cualquier país. Ese mismo día, el Dr. Mário Soares fue homenajeado con la Distinción de la Orden al Mérito de la Fraternidad Ecuménica, del ParlaMundi de la LBV, en la categoría Hors-Concours, en una ceremonia que también condecoró, en la categoría Deporte, al Atleta del Siglo XX, Pelé.
*2 Betinho: Por su lucha contra el hambre, recibió de Paiva Netto el apodo de “Ciudadano Solidaridad”.
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