En la búsqueda del equilibrio

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Ahora más que nunca, se vuelve imprescindible la vivencia del Amor Solidario Divino, porque él es el único capaz de apartar de la Tierra las tinieblas del crimen, de la miseria y del dolor cuando es comprendido y desempeñado en todo su poder compasivo, justo y, por tanto, eficaz, no solamente por la Religión, sino también por la Política, por la Ciencia, por la Economía, por el Arte, por el Deporte, por las relaciones internacionales, por el trabajador más sencillo y por el más destacado hombre público.

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En verdad, el ser humano, sabiéndolo o no, busca instintivamente el equilibrio, que solo puede resultar del ejercicio de la Fraternidad. Don Juan Bosco (1815-1888) se lamentaba de que la Fraternidad fue la gran olvidada de la trilogía de la Revolución Francesa (Liberté, Égalité, Fraternité), que en el lema reformista se ubicó en último lugar, cuando debería figurar primero. Por esto, resultó en lo que resultó, con tantas personas guillotinadas. (...)

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No fue sin motivo que el notable escritor Victor Hugo (1802-1885) declaró: “Sin Fraternidad no puede haber Paz”.

Solo se construye la Paz con tolerancia

El inspirado poeta francés está correctísimo. Por lo que no debemos abdicar de las medidas prácticas para la edificación de esa nueva y fraterna sociedad, pues, como revela el Espíritu Dr. Bezerra de Menezes (1831-1900), por la psicografía de Chico Periotto: “La Paz, la tan deseada Paz, es el sueño de todos, del Mundo Espiritual y de la Tierra. Solo se construye la Paz con tolerancia. Es imposible creer que el camino de la guerra, del odio y de la violencia pueda generar Paz verdadera. Pero, el mundo recorre caminos inesperados. Luego, es realmente importante ejercitar el camino del Ecumenismo y de la confraternización entre los países”.