Ecumenismo y Mango de la Azada
Unir fuerzas para colaborar en la solución de los problemas sociales
Bajo el lema Educación y Cultura, Alimentación, Salud y Trabajo con Espiritualidad, la Legión de la Buena Voluntad se hizo notablemente conocida por su contribución en el campo del Ecumenismo. En la década de 1950, el famoso pensador italiano Pietro Ubaldi (1886-1972), analizando las bases sobre las cuales fuera erguida, afirmó: "(...) En caso presente, nos encontramos ante una unificación movida por las fuerzas sanas, impulsadas en dirección evolutiva, porque son dirigidas por un ideal que las coordina. Congregar a los buenos, respetando a las conciencias, esto es, la religión y el patrimonio espiritual de cada uno, es indiscutiblemente un alto ideal, un principio de cohesión nuevo en la Historia, y realmente moderno. Y el hecho de que la caliente alma brasileña esté respondiendo al pedido, demuestra que el Brasil se colocó, también en eso, a la vanguardia del mundo, y que en este ideal hay algo substancioso que corresponde a las nuevas exigencias de los tiempos, satisfaciendo los deseos espirituales de muchos. De otro modo, no se realizan esas aprobaciones colectivas y esas corrientes de masa”.
Establecer una nueva cultura planetaria
Víctor Hugo (1802-1885) advertía que "más poderosa que todos los ejércitos del mundo es una idea cuyo tiempo haya llegado”. Para abrir caminos de entendimiento, tenemos constantemente pautada nuestra lucha por un Ecumenismo amplio, que se haga sentir en todos los campos de la vida humana.
Éste tiene que ser practicado no solamente en el medio religioso, sino en todos los demás, como cultura planetaria. Realizar una eficiente revolución (o si prefieren, renovación) cuya estrategia sea la Solidaridad Universal para la supervivencia de hombres y mujeres civilizados. Así, ser ecuménicos se traduce, por ejemplo, en unir fuerzas y colaborar para encontrar soluciones al problema social. Debe expresarse también en un concepto irrestricto que se corporice, en la Tierra, a partir de que comprendamos que, si antes que todo somos Espíritu (es decir creados espiritualmente a imagen y semejanza de Dios, como enseñó el Divino Educador) sólo existe una raza, la Raza Universal, constituida, sin distinción, por todos Sus Hijos.
Las naciones también vomitan
La importancia de la criatura humana, ya tan injuriada, no puede deshacerse en la sociedad debido a las "grandes transformaciones modernas” como la globalización, que, si no está iluminada por el altruismo, rompe el sentido de ciudadanía, un derecho del Ser, que él alcanzará, tarde o temprano, en forma civilizada o por medios desagradables, porque las naciones también vomitan. Basta leer la Historia. Además, ¿qué valor moral tienen los que menosprecian los derechos legítimos de los ciudadanos? Las reformas que arrastren a multitudes a la pobreza necesitan, con urgencia, ser... reformadas. Por eso, unamos al esfuerzo de la mente, el de las manos; a la filosofía, el mango de la azada. De poco sirve predicar a quien tiene hambre.
Es necesario eliminar el odio
Eliminemos todo lo que acostumbra a dividir, mediante el odio, segregar con rencor a los hombres en grupos que se temen interminablemente y, por lo tanto, se pelean. Aquello que, de mil formas, mantiene a las masas como hipnotizadas en una esclavitud que se prolonga por las regiones sombrías del analfabetismo de las letras, de la ética y del Espíritu, se opone al mandamiento supremo de la confraternización, provocando la exclusión de tanta gente que posee el derecho a una vida alejada de la indigencia física o espiritual.
Frecuentemente hemos explicado que la conciliación predicada y vivida por la LBV Mundial, no significa despersonalizar. O sea, respeta las diferencias, llevándonos a caminar en armonía y uniendo fuerzas por el bien de los pueblos, siempre amenazados por graves peligros que necesitan tener un fin, antes que nos veamos sorprendidos por un destino funesto, construido por algunos, cuya ganancia habrá sido mayor que el buen sentido. Las numerosas culturas son complementarias, no necesariamente antagónicas, pues existen tantas cuantos son los grados de percepción de los seres que habitan nuestra única morada, el Planeta, que debemos preservar, por cuanto la destrucción de la Naturaleza es la extinción de la vivencia terrena.
Alegría, sí; miseria, no.
Viene el Carnaval. ¿Quién puede estar en contra de la alegría del pueblo? Sin embargo hay una distancia infinita entre alegría y degradación, alegría y enfermedad, alegría y hambre, alegría y drogas, alegría y engaño... (...) Termina la batucada, el axé, el samba-reggae, el sonido de los timbales y la gente vuelve a la desolación de la periferia, al desencanto de la fabela, para los tristes, a continuar pasando necesidad... ¡Hay algo equivocado en esto!
(Artículo publicado en el libro Crónicas & Entrevistas, editado por la Editora Elevación en el 2000)
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