No somos robots
En la noche del 30 de enero de 1989, conversaba con un auditorio de jóvenes sobre el valor de la vida y de las lecciones con que nos premia, reflexión que les ofrezco a los que me honran con su lectura:
Jóvenes, oíd la enseñanza de la Naturaleza, el recado de las plantas y de los animales, por inexpresivos que os parezcan. No es sin motivo que estamos rodeados de flores, arbustos, árboles, atractivos perennes creados por el Padre Celestial, nuestras obras. Encantaos con el vuelo de los pájaros y el sonido de la cigarra, con el viento al abrir camino entre las hojas y la melodía exótica del grillo al atardecer. No paséis distraídos delante de tanta belleza. ¡No sois robots! Esto reforzará vuestra humanidad. La Naturaleza incesantemente canta a vuestros corazones. ¿De dónde viene la fuerza del alma? También de observar inclinándonos con reverencia ante todo esto... que es vida, Dios, Jesús, el Espíritu Santo y la Naturaleza en sí.
El deshielo en el Ártico
Hoy, más que nunca, amar la existencia es saber valorizar y defender a la Madre Naturaleza, de la cual somos parte intrínseca. Lo contrario desencadenaría consecuencias como la registrada por Andrew C. Revkin, del The New York Times, el 21 de septiembre de 2007:
“Los casquetes polares del Océano Ártico, que se derriten con el calor del verano, este año retrocedieron más de 1 millón de millas cuadradas (aproximadamente 2,5 millones de kilómetros cuadrados) — o seis Californias — por debajo del área promedio mínima de las últimas décadas, según relataron los científicos el jueves (20/9).
“(...) Los números fueron presentados por el Centro Nacional de Datos sobre Hielo y Nieve, en Boulder, Colorado/EUA y publicados en el sitio nsidc.org.
“(...) Mark Serreze, un investigador sénior del centro de hielo y nieve, dijo que era cada vez más claro que los cambios climáticos causados por la acumulación de los gases del efecto invernadero estaban desempeñando un papel en el calentamiento ártico, que no es visto solamente en la flotación del hielo, sino también en el derretimiento de los glaciares terrestres, de la tundra y en el calentamiento del agua del mar (...)”.
¿Qué más tiene que suceder para que el mundo abra los ojos por completo ante el inminente peligro que nos amenaza? Y después niegan la realidad del Apocalipsis y el valor de la gran tribulación, anunciados por Jesús. Y, esto es: cuando los leen...
Pero, gracias al instinto natural de la especie humana por sobrevivir, cada día surgen iniciativas para mejorar el planeta a una escala considerable.
Como siempre exclamamos: la destrucción de la Naturaleza es la extinción de la Raza Humana.
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