Hipatia, madre de filósofos
Nada más potente que el corazón materno. En homenaje al Día de las Madres, ofrezco un modesto tributo a ellas por medio de una mujer pionera en matemática, en astronomía e ícono de la filosofía en la Antigüedad. En la Historia Eclesiástica, escrita en el siglo V por el historiador Sócrates, el Escolástico (no confundirlo con el otro Sócrates, príncipe de los filósofos), encontramos este importante registro: “Había una mujer en Alejandría llamada Hipatia (aproximadamente 355-415 DC), hija del matemático, astrónomo y director del Museo de Alejandría, Teón (335-395), que logró tales conocimientos en literatura y ciencia, que superó a todos los filósofos de la época. Habiendo progresado en la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, y muchos venían de lejos para recibir las enseñanzas”.
Según investigadores, Hipatia era una mujer de belleza singular. El año de su nacimiento es controvertido. El más aceptado es el 355 y hay quienes citan el 370. A pesar de ser pagana, tenía entre los alumnos varios cristianos, demostrando de este modo un espíritu ecuménico. A propósito, es por intermedio de uno de ellos, Sinesio de Cirene (370-413), futuro obispo de Ptolemaida, que tenemos hoy registros más fidedignos respecto a la única mujer que dirigió el Museo de Alejandría. En uno de sus escritos se refiere a ella como “mi madre, mi hermana, mi maestra y benefactora”.
En una época en que la intelectualidad femenina no era reconocida, las tesis de Hipatia influyeron en muchos poderosos. Sus conferencias no quedaban solo en el ámbito filosófico, pues era buscada también con el fin de opinar sobre asuntos políticos y de la comunidad.
En un ambiente de fuerte intolerancia religiosa, Hipatia empezó a incomodar. En el año 415, acusada de practicar magia negra, fue arrastrada por la turba enardecida hasta la iglesia de Cesarión. La brutalidad usada para quitarle la vida provocaría espanto a los más terribles verdugos de todos los tiempos. Considerada mártir de la ciencia, muchos apuntan el hecho como el marco inicial de la Edad de las Tinieblas.
Ascética y célibe, Hipatia no dejó herederos, pero, como reiteré en 1987, existen muchas formas sublimes de ser Madre, incluso la de dar a luz grandes realizaciones en pro de la Humanidad. Fue el caso de Hipatia. Su dedicación a las cuestiones metafísicas generó hijos para perpetuar en las mentes la constante necesidad de buscar respuestas a las indagaciones que siempre nos afligieron: ¿De dónde venimos, por qué vivimos y a dónde volveremos un día, después de la “muerte”?
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