La lógica no concibe barreras
El día 18 de octubre de 2000, la ciudad de Brasília/DF (Brasil), sirvió de palco para una de las principales conquistas en pro de la integración entre la Fe y la Ciencia. Bajo los auspicios del entendimiento, la Legión de la Buena Voluntad (LBV) realizó, en el Parlamento Mundial de la Fraternidad Ecuménica (el ParlaMundi de la LBV), la primera plenaria del Foro Mundial Permanente Espíritu y Ciencia. Uno de los objetivos del evento fue el de promover el intercambio entre el conocimiento científico y las diversas tradiciones religiosas y espiritualistas, además de estructurar nuevos paradigmas para el desarrollo sostenible de una sociedad fraterna, solidaria y ecuánime, a partir de una perspectiva espiritual y ecológica que garantice la Paz Mundial.
Por considerarlo oportuno, presentamos algunos fragmentos de la revista Ciencia y Fe en el Camino del Equilibrio, escrita por Paiva Netto, especialmente para el encuentro. El material es fruto de sus charlas improvisadas, a lo largo de las décadas, en la radio, en la televisión y en conferencias.
¡Buena lectura!
(Los editores)
Nada, en Ciencia, se encuentra en su forma definitiva. No tiene lógica concebir barreras insuperables para una especialidad que resulta esencial para el desarrollo humano, en la que investigar, analizar, concluir —investigar de nuevo, analizar una vez más para concluir con una profunda reflexión ad infinitum— es la base de su luminosa lucha. Principalmente ahora que el mundo está transformándose muy rápidamente.
En el libro A loucura sob novo prisma (La locura desde una nueva perspectiva), escribió el Dr. Adolfo Bezerra de Menezes*1 (1831-1900), quien fue médico, profesor, orador, político, Presidente de la Cámara Municipal de Rio de Janeiro (Brasil), cargo equivalente, en la actualidad, al de Alcalde Municipal: “La prueba de que nada sabemos del Infinito Saber, que es nuestro destino conquistar, radica en el hecho de que la Ciencia camina siempre, sin que pueda afirmar: toqué el punto terminal”.
Para argumentar, significa decir que la Ciencia, especialmente su rama llamada Sociología, no puede ser encerrada en una torre de marfil. Su área de influencia, en una alianza con la Religión, abarca todo lo que representa el análisis minucioso del fenómeno humano, social y espiritual en la Tierra, como en la concepción del físico norteamericano Brian Swimme, citado por el escritor Eduardo Castor Borgonovi*2: “Estoy convencido de que cualquier visión del universo que no nos sorprenda no tiene importancia para nosotros. No necesitamos visiones sensatas. Necesitamos las más impactantes y fantásticas visiones del universo que podamos encontrar”.
Ciencia e investigación incansable
El renombrado astrónomo y físico Ronaldo Rogério de Freitas Mourão*3 fue el primer brasileño en tener un asteroide con su nombre. En una entrevista a la Super Red Buena Voluntad de Radio en marzo de 2000, así se expresó: “La Ciencia es un proceso de conocimiento de la Naturaleza que utiliza una serie de métodos. El método científico es exactamente el de la comprobación. Planteamos una hipótesis, sometiéndola a experimentos que comprueban o no la hipótesis anterior. El principal objetivo de la Ciencia es poner siempre en duda lo que afirmamos. No hay una Ciencia absoluta (...). No creemos en algo porque simplemente creemos, sino que siempre cuestionamos la probabilidad de que exista o no lo que se analizó”.
Desintegrar los prejuicios
Albert Einstein (1879-1955), en 1940, dirigiéndose a la Conferencia sobre Ciencia, Filosofía y Religión, en el Seminario Teológico Judío de América, en Nueva York (Estados Unidos), declaró: “La ciencia solo puede ser creada por quienes están profundamente imbuidos del anhelo de verdad y comprensión. Sin embargo, la fuente de estos sentimientos proviene de la esfera Religiosa. A ella pertenece también la fe en la posibilidad de que las normas que rigen al mundo de lo existente sean racionales, esto es, factibles por medio de la Razón. No puedo concebir a un auténtico científico que carezca de esa profunda fe”.
Además, como observó el ilustre profesor Walter Bagehot (1826-1877): “Uno de los mayores dolores de la naturaleza humana es el dolor de una nueva idea”.
El viejo Einstein estaría totalmente de acuerdo con el economista británico, porque en el siglo siguiente, el XX, que está llegando a su fin, diría: “(...) es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
El creador del Instituto Brasileño de Investigaciones Psicobiofísicas, el ingeniero Hernani Guimarães Andrade, nombre respetado entre los investigadores científicos de varias nacionalidades, destaca en su libro A transcomunicação através dos tempos (La transcomunicación a través de los tiempos) una apreciable opinión del Nobel de Medicina, el fisiólogo y pensador francés Charles Richet (1850-1935), fundador de la Revista de Metapsíquica, que también tuvo que enfrentarse a la convención: “Sé demasiado bien (por experiencia propia) lo difícil que es creer en lo que se ha visto, cuando lo que se ha visto no está de acuerdo con las ideas generales, vulgares, que constituyen la base de nuestro conocimiento”. (...)
Más allá del conocimiento convencional
El famoso exponente de la Teoría de la Relatividad, que solía advertir que “Dios no juega a los dados con el universo”, no ocultaba su predisposición hacia la necesidad de liberar la mente para que esta pueda alzar vuelos infinitamente más altos: “Pienso noventa y nueve veces y nada descubro. Dejo de pensar, me sumerjo en el silencio, y la verdad me es revelada”.
Ahora bien, los silencios de Einstein fueron de valor supremo para la evolución de la humanidad.
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*¹ Dr. Adolfo Bezerra de Menezes Cavalcanti: conocido también como el Médico de los Pobres, por causa de su extrema dedicación a los menos favorecidos. Presidió la Federación Espírita Brasileña (FEB).
*² El periodista Eduardo Castor Borgonovi, que regresó a la Patria Espiritual el 29/12/2000, cita al físico norteamericano Brian Swimme en su obra O Livro das Revelações (El libro de las Revelaciones).
*3 El astrónomo y físico Ronaldo Rogério de Freitas Mourão regresó al Mundo Espiritual en el 2014, a los 79 años.
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