¡¿A quién recurrir?!
Ante el anuncio bíblico del Armagedón (Apocalipsis, 16:16) —la guerra total y final en la que ninguna nación quedará neutral— y de la Gran Tribulación —como nunca hubo, ni jamás habrá (Evangelio de Jesús, según San Mateo, 24:21)—, ¿a quién recurrir en aquellos días terribles que vendrán, o mejor, que ya están ahí? Por ejemplo, el Armagedón se encuentra por todas partes. Incluso en las mesas de las familias, en los alimentos envenenados que comemos en el mundo.
¡¿A quién recurrir?! ¡¿A los hombres?! Pero, ellos y sus ideas de desenfrenado gozo material estarán desbaratados, y los que sobrevivan se debatirán en la mayor desesperación...
¡DIOS!
Solo habrá una solución: ¡Dios! Un amparo definitivo: ¡Dios! Los sobrevivientes solo descubrirán un camino para escapar de la locura colectiva: ¡Dios! Los pueblos y las naciones tendrán solamente un comandante y un profesor para enseñarles a erguir sus poblaciones, diezmadas y enfermas: ¡Dios! Y con Él, Jesucristo y las Almas de la más alta categoría (el Espíritu Santo), que forman el Gobierno Oculto de la Tierra, el cual no deja de existir si alguien —que no lo ve— no cree en él.
Una fábula de Esopo
Hay quienes puedan considerar que todo esto es ridículo, por no alcanzar las ideas y los hechos que están más allá de la comprensión limitada de la carne. De esta manera, es mucho más fácil negar aquello que no se entiende o lo que no se alcanza. Es como el caso de la zorra de la fábula de Esopo (aprox. 620-564 a. C.), que, ante las uvas maduras que estaban por encima del alcance de sus saltos acrobáticos, con la excusa de que estaban verdes se aleja frustrado.
Vulpes et Uva: La zorra y las uvas
“Impulsada por el hambre, una zorra que venía por la carretera encontró una parra con suculentas uvas, que colgaban maduras en deliciosos racimos en lo alto de la vid. Saltó espectacularmente, pero no pudo alcanzarlas. Reuniendo toda su fuerza, intentó varias veces agarrarlas, pero sin éxito. Disgustada, la zorra se fue sin poder probar el delicioso jugo de la deseada fruta y comentó, con desdén:
—¡Bah!, ¡tú no estás madura todavía! ¡Yo no necesito de uvas agrias!
Moraleja de la fábula: Es más fácil despreciar aquello que no se puede obtener”.
Seguir la actitud conformista y cínica de la zorra será un descalabro, pues, realmente, depende mucho de la cabeza de los cabezas.
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