La Celestial Promesa sobre el fin del Dolor
Artículo publicado en el Jornal A Tribuna, edición del viernes, 9 de enero de 2015.
Lamentablemente, de manera general, hasta los días de hoy, solemos acordarnos de Dios cuando serios problemas golpean a la puerta de nuestra vida. Es lo que más se ve. No obstante, a pesar de esto, Él manifiesta Su Amor a todos Sus hijos, independientemente de cualquier creencia o no creencia, en sus variadas graduaciones. Es suficiente con observar los modelos notables de Fe, de superación del Dolor, en toda la jornada humana.
Y más: Su Promesa acerca del fin del Dolor punitivo —que solo existe por consecuencia de las malas acciones del ser humano—, encontrémoslo en el Apocalipsis de Jesús, 21:3 al 5, de acuerdo con la narración del Profeta de Patmos,:
“3 Entonces, oí una gran voz venida del trono [en la Nueva Jerusalén], diciendo: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres. Dios habitará con ellos. Ellos serán Su pueblo, y el propio Dios, estará con ellos como su Dios.
“4 Y les enjugará de los ojos toda lágrima; no habrá más muerte, no habrá más luto, no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.
“5 Entonces, Aquel que está sentado en el trono dijo: He aquí que hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
Como se ve, el Apocalipsis de Jesús es principalmente un anunciador de alegrías. Seres humanos inclinados a solo percibir tristezas son los que andan, por los milenios, calumniando. En cuanto a las noticias referentes a castigos y dolores, ellas fueron sembradas por nosotros. Hagamos, pues, en todo momento, ¡las mejores siembras! He aquí el mensaje del Profeta Job, desde el Antiguo Testamento de la Santa Biblia, 34:11: “Pues Dios retribuirá al hombre según sus [propias] obras (...)”.
Y también en Salmos, 37:4: “Regocíjate en el Señor, y Él concederá lo que desea tu corazón”.
No son de hoy, por lo tanto, las advertencias.
Y vean qué más revela el Padre Celestial, ahora por intermedio del Profeta Isaías, en el Antiguo Testamento, 65:17 al 19:
“17 Porque he aquí que Yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y no habrá más memoria de las cosas pasadas ni vendrán al pensamiento.
“18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que Yo he creado; porque he aquí que Yo traigo a Jerusalén alegría y para su pueblo, regocijo.
“19 Yo me alegré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de llanto ni de clamor”.
¿Cuándo sucederá esto? Las Profecías se cumplen en el Tiempo de Dios, cuyo cómputo difiere del calendario humano. Pero, cada uno puede acelerar o no la vivencia de esa época bienaventurada de acuerdo con su empeño personal en construirla.
El eminente educador, político, periodista y médium brasileño Eurípedes Barsanulfo (1880-1918), en un mensaje espiritual transmitido por el sensitivo legionario Chico Periotto, realzó la necesidad de no aferrarnos al sufrimiento, sino de encarar los desafíos, liberándonos de ellos y perseverando en la construcción de tiempos más prometedores: “Tropiezos y contratiempos que impidieron nuestra felicidad, no obstante las heridas que nos imponen dolor, descarguémoslo como un pararrayos en el suelo que nos abriga, porque surgen nuevos tiempos de amor y alegría”.
Por lo tanto, el Dolor no es un fatalismo en la vida humana. Nosotros somos quienes lo creamos. Paremos un poco para pensar y reconozcamos esa realidad. Si hiciéramos por merecer, lo que nos espera es lo mejor posible.
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