El buen compañerismo: una Bandera Permanente
El 20 de julio, cuando se conmemora el Día Internacional de la Amistad, destacamos a una personalidad que, desde muy joven, tuvo su corazón atrapado por la Doctrina del Nuevo Mandamiento de Jesús, contenida en Su Evangelio, según San Juan, 13:34 y 35: “Ámense como Yo los he amado. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos”. Les hablo de San Juan el Evangelista, el médium psicógrafo del Libro del Apocalipsis, la Revelación de Jesús, transcrito por él en su exilio en la isla de Patmos, y ya siendo nonagenario.
“Yo, Juan, soy hermano de ustedes y participo con ustedes en la tribulación, en el reino y en la perseverancia de Jesucristo. Por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo estaba yo en la isla de Patmos” (Apocalipsis de Jesús, 1:9).
El ejemplo del buen compañerismo de San Juan, expresado en su fidelidad inquebrantable a Jesús —“(...) en la tribulación”—, debe ser nuestra bandera permanente. Solamente así no seremos tiznados, tal como les sucedió a los integrantes de la Iglesia en Éfeso, por la vergüenza de haber perdido la Primera Caridad. También es el modelo del buen compañerismo evangélico y apocalíptico que viene del Profeta de Patmos, quien nos enseña —“en el reino y en la perseverancia de Jesucristo” — a no desanimar jamás.
Aunque las tormentas de la existencia humana pretendan asfixiar al peregrino en su camino, él continúa decidido en su marcha.
No basta con elaborar planos notables y, luego, nunca alcanzar al punto deseado, porque se despreció un concepto revolucionario llamado Primera Caridad. De hecho, fue un peligro que golpeó a los integrantes de la Iglesia en Éfeso, a pesar de las cualidades que tenían (Apocalipsis, 2:4, 5 y 7):
4 Pero tengo contra ti que has abandonado tu Primera Caridad.
5 Así que ponte a pensar en qué has fallado, y arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio. De lo contrario, vendré a ti y, si no te arrepientes, quitaré tu candelero de su lugar.
7 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias del Señor. Al que salga vencedor, le permitiré comer del Árbol de la Vida Eterna, el cual está en medio del paraíso de Dios.
No podemos “morir en la playa”, por las incertidumbres, después de atravesar con fuertes brazadas los océanos turbulentos. Es urgente que mantengamos firmemente nuestra confianza en el Salvador, Jesús, que en ninguna circunstancia mintió ni se dejó debilitar. Como tantas veces decía el Hermano Alziro Zarur (1914-1979): “¡En cualquier circunstancia, piensen pronto en Jesús!”.
En el Evangelio, según San Lucas, 18:8, el Excelso Pastor discrepa de nosotros preguntando: “Pero cuando venga el Hijo de Dios, ¿hallará Fe en la Tierra?”.
Motivados, al unísono, podremos contestarLe: “Sí, Divino Señor, hallarás Fe en la Tierra, porque supimos, siguiendo fielmente Tu Soberana Voluntad, perseverar más allá del fin”.
Actualmente es un muy grande desafío en la humanidad, pues los Tiempos llegaron. Sin embargo, cuando estamos integrados en Dios, las dificultades solo nos hacen crecer.
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