Agentes de nuestro futuro o para el entendimiento correcto de la Profecía
Es urgente demostrar que la Profecía, y aquí me refiero a las predicciones bíblicas, no es forzosamente sinónimo de flagelo, sino la exposición de las correlaciones entre causa y efecto. Es la suma de aquello que realizamos de bueno o de malo. Es necesario que aprendamos esto para hacer de las profecías un elemento para nuestro progreso consciente, de modo que nos transformemos, en completo juicio, en agentes de nuestro futuro, en la Tierra y en el Cielo.
No es en vano el comentario del escritor francés Joseph Joubert (1754-1824): “Cuando de un error nuestro surge una infelicidad, injuriamos al destino”.
Y fíjense que hacemos esto con el Apocalipsis, como si fuera culpable de todos aquellos dramas que allí se encuentran. ¡No! Los flagelos contenidos en él solo hieren a aquellos que agreden la Ley Divina. Se trata de un simple proceso de causa y efecto.
Por eso, llamo la atención de todos sobre un aspecto fundamental del origen profético: la Trinidad Divina acompaña nuestro comportamiento, y de él saca anticipadamente las conclusiones, resultantes de nuestros actos buenos o malos.
Dos y dos son cuatro, en la matemática más simple. De igual modo, los Espíritus de Luz, observando la Matemática Celestial, proyectan los efectos de nuestra siembra en el mundo. A esto se le da el nombre de Profecía.
Ustedes saben que, si ponen la mano en el fuego, van a quemarla. Si caen al agua, pueden morir ahogados o ahogadas en el caso de no saber nadar, o incluso si lo saben.
Además, el Apocalipsis tiene sus consecuencias espirituales, morales; por lo tanto, sociales, humanas, políticas, filosóficas, científicas, económicas, deportivas, artísticas y religiosas más que nunca. Digo siempre que es en la esfera de la Religión que todo comienza, porque se refiere al sentimiento de los seres humanos, aunque sean ateos. Parece una paradoja, pero no lo es. Piensen en eso, por favor.
Alziro Zarur (1914-1979) afirma que “es en el campo religioso que se encuentran las soluciones de todos los problemas humanos y sociales”.
El último Libro de la Santa Biblia es una carta de advertencia de un Amigo —en este caso, Dios—, enviada a nosotros por intermedio del Cristo y del Espíritu Santo, escrita con Amor Fraterno para Sus criaturas.
Iluminar los caminos de nuestra vida
En mi libro Jesus, o Profeta Divino [Jesús, el Profeta Divino], pregunto si, por casualidad, ¿son las hojas de papel en las cuales están impresas las profecías bíblicas que provocan esas catástrofes (que cultivamos por el planeta) o si es nuestra estupidez militante y codicia sin término? ¡Es simplemente la Ley de Causa y Efecto en plena acción! No fue el Apocalipsis que se aprovechó de la era atómica con el propósito de matar a poblaciones enteras.
En esta misma obra afirmo que el Apocalipsis no fue hecho para aterrorizar con los oscuros caminos del misterio, sino para iluminar los caminos de nuestra vida, porque Apocalipsis significa Revelación. Y, como es Revelación, nos muestra lo que estaba oculto. Y, si descubrimos lo que estaba encubierto, perdemos el temor de las cosas. El desconocimiento es el padre y la madre de la ignorancia, que genera el miedo.
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