La Caridad sustenta la vida humana
La Caridad —entendida como Fraternidad Universal, como instrumento para el progreso verdadero de los pueblos— es un tema siempre presente en mis artículos, porque la considero imprescindible para nuestra supervivencia. Por lo que juzgo oportuno, proseguir aquí con el análisis de este precepto, teniendo en cuenta la realización de la Reunión de Alto Nivel del Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la Organización de las Naciones Unidas, del 16 al 19 de julio de 2019, que trata de “Empoderar a las personas y garantizar la inclusión y la igualdad”.
Desde enero de 1994, la Legión de la Buena Voluntad (LBV) participa de estos relevantes encuentros promovidos por las Naciones Unidas y presenta en sus publicaciones la Caridad como un camino consistente para inspirar políticas públicas que eliminen los males globales. Es alentador notar como la ONU ha dado una gran relevancia a ese tópico y a sus ramificaciones, lo que aumenta la esperanza de tiempos mejores para todos. Basta ver que este respetado organismo proclamó, en 2013, el 5 de septiembre como el Día Internacional de la Beneficencia, en una justa referencia a la fecha del fallecimiento de una mujer ícono del amparo a los más pobres y vulnerables: la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), Premio Nobel de la Paz de 1979.
Cabe destacar que, actualmente, casi la mitad de la población del planeta —3.400 millones de personas— lucha para satisfacer las necesidades básicas, según un estudio publicado por el Banco Mundial, en 2018. De este modo, debatir mecanismos para la inclusión y la igualdad con la perspectiva de la Fraternidad Ecuménica es fundamental en esta época de múltiples demandas.
Mi cordial saludo, en nombre de la LBV, a todas las delegaciones internacionales, a las autoridades y a los representantes de la sociedad civil que discuten ese fundamental asunto, en Nueva York, Estados Unidos, y voto por un enriquecedor evento.
Aprovecho la oportunidad para presentar extractos de mi libro El Capital de Dios, que estoy preparando, con mucho cuidado, en el cual abordo algunas conferencias que hice a partir de la década de 1960:
Meditemos sobre este pasaje del Apóstol San Juan, en su Primera Epístola, 4:20: “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’, pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”.
La Caridad, creación de Dios, es el sentimiento que mantiene al Ser vivo en los momentos de tormenta de su existencia. Si usted me dice que no necesita Amor, está equivocado, o equivocada, enfermo, o enferma... En resumen, se trata simplemente de esto: Amor, que es sinónimo de Caridad, de lo que tanto carece la sociedad miope, obnubilada por la cultura insidiosa, mantenida por aquellos que les provocaron a los pueblos todas las desgracias que ensangrientan la Historia y que nos ponen en peligro constante. ¿Hasta cuándo?
La Caridad sustenta la vida humana. El periodista brasileño Francisco de Assis Periotto, al oír mis palabras, las completó así: “en el alimento y en la dignidad”.
La Caridad y el Capital de Dios
La Caridad, en su expresión más profunda, debería ser uno de los principales estatutos de la Política, porque no se limita al simple y loable acto de dar un pan. Es el sentimiento que —iluminando el Alma del gobernante, del parlamentario y del magistrado— conducirá al pueblo al régimen en el que la Solidaridad sea la base de la Economía, entendida en su más amplio significado. Esto exige una reestructuración de la Cultura, mediante la Espiritualidad Ecuménica y la Pedagogía del Afecto*, en el ámbito popular y como disciplina académica. Sin embargo, en el campo intelectual, sin ningún tipo de prejuicio que reduzca, en determinadas ocasiones, la perspectiva de grandes pensadores analíticos, dado el hecho de que algunos de ellos se someten a ciertos dogmatismos ideológicos y científicos, lo que es inconcebible partiendo de mentes, en alto grado, reflexivas. Hasta porque la Ciencia es pródiga en conquistas para el bien común. Pero también, en su seno y en otras áreas del saber, hubo muchos que sufrieron la incomprensión, por causa del convencionalismo castrador, incluso de ciertos compañeros que apresuradamente los prejuzgaban. Víctimas de ellos fueron Sócrates, Bias, Baruch Spinoza, Dante Alighieri, Galileo Galilei, Semmelweis, William Harvey, Samuel Hahnemann, Maria Montessori, Luísa Mahin, Dr. Barry J. Marshall, Dr. J. Robin Warren y otros nombres célebres, universalmente acatados.
En resumen, la Caridad, sinónimo de Amor, es una Ciencia especial, la vanguardia de un mundo en que el ser humano será tratado como merece: de forma humana, es decir, civilizada. Estaríamos, así, erigiendo un Imperio de Buena Voluntad en este planeta, el estado excelente para el Capital de Dios —es decir, el ser humano con su Espírito Eterno o, podríamos decir, el Espírito Eterno del ser humano, lo que verdaderamente somos en esencia—, que circula por todos los rincones y no puede aceptar más la especulación criminal de sí mismo. (...)
Esta ponderación de la educadora y escritora brasileña Cinira Riedel de Figueiredo (1893-1987) está de acuerdo con lo que anteriormente abordamos: “De cada hombre y cada mujer depende el perfeccionamiento de todo lo que nace, crece, vive y se transforma sobre la Tierra, porque, de hecho, nada muere. Existe una continua transmutación, y debemos ser los guías para que esa transformación se haga con una ascensión constante, tornándose cada vez más bella y más perfecta para representar mejor la vida que la anima”.
No nos situamos en el reino de las nubes
La distorsión del pensamiento sobre el abarcador significado de la Caridad ha producido un gran perjuicio a la sociedad. En definitiva, es necesario que entendamos que, en el más amplio sentido, el Mandamiento Sublime de la supervivencia personal y colectiva es la Caridad. Ella se expande por todos los estratos de la actuación creativa espiritual-humana, en los que espera la invitación del Alma para manifestarse en ella.
Philipp Melanchthon (1497-1560), el respetado teólogo y educador alemán, que lideró el luteranismo después de la muerte de Martín Lutero (1483-1546), se puso al lado de los que prefieren servir, al citar el siguiente aforismo: “En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.
Enseñaba el Apóstol San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, 13:13, que, de las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad), la mayor es la Caridad, que, como no nos cansamos de repetir, es sinónimo de Amor. ¡¿Duda?! Basta consultar un buen diccionario.
También están quienes creen que la Caridad es una acción de débiles, el escape de los que no desean la solución definitiva para los problemas sociales... Solo que las propuestas que se vienen presentando por tanto tiempo no resolvieron las aflicciones del mundo. Es que todo debe empezar por el ser humano con su Espíritu Eterno, la clave de la Caridad, que no es el refugio de soñadores o propuesta evasiva de personas acomodadas. Al contrario, tenerla como decisión de vida, de actividad promotora de transformaciones profundas en la sociedad, a partir del sentimiento de cada persona, exige determinación, carácter y coraje, conforme demuestra el célebre orador de la Antigüedad, Demóstenes (384-322 a. C.), al afirmar: “No podéis tener un espíritu generoso y valiente si tu conducta es mezquina y cobarde; pues cualesquiera que sean las acciones de un hombre, así será su espíritu”.
Caridad: Plan Divino de preservación de la Vida
No habrá Sociedad Solidaria y, con el tiempo, posiblemente el propio planeta como lo conocemos, si no comprendemos la Caridad como un Plan Divino para que haya sobrevivientes a la avidez humana.
Por hablar de Dios, muy apropiado para el texto esta máxima de Mary Alcott Brandon: “Existe una fuerza superior que dirige el Universo. El nombre que le demos a ella es secundario”.
Pobre es quien ignora la perfecta Ley de Fraternidad y de Justicia, aquel que se olvida del Creador y de Sus criaturas. Palabras de Eliú, Libro de Job, 34:11 y 12: “Dios restituirá al hombre según su obra, y hace que a cada uno le toque según su camino. En realidad, Dios no procede maliciosamente; ni el Todopoderoso pervertirá el derecho”.
Por intermedio de la psicografía de Chico Xavier (1910-2002), el famoso médium espírita de Uberaba, Brasil, Cornélio Pires (1884-1958), periodista, poeta y uno de los mayores divulgadores del folclore brasileño, dejó registrado, en el libro Conversa firme, este sugestivo poema:
“Sociedades y grupos
Son destinados al Bien,
Dios no crea mal ninguno
Ni cautiverio a nadie”.
La Fraternidad es la Ley. La Ética, su disciplina. La Justicia, su aplicación. Nadie es más infeliz que el indigente de la Fe y de la Caridad. ¿Quién es verdaderamente rico? Aquel que ama. Como sabio y afortunado es el que de la misma forma se comporta, promoviendo el bienestar de la sociedad. Es el caso del filósofo, médico y musicólogo franco-alemán, intérprete de Bach (1685-1750), Albert Schweitzer (1875-1965), que por más de 50 años cuidó de los enfermos en Lambaréné, antigua África Ecuatorial Francesa. Él decía: “Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás. Es la única manera”.
El conocido misionero, que también fue Premio Nobel de la Paz de 1952, era considerado por Albert Einstein (1879-1955) como “el mayor hombre vivo” de su época. Gandhi (1869-1948) y a había sido asesinado.
Por tener confianza en el ideal de la Buena Voluntad, persistiremos hasta alcanzar la concreción de la Economía de la Solidaridad Espiritual y Humana, basada en el Nuevo Mandamiento de Jesús (Evangelio, según San Juan, 13:34; y 15:13) —“Ámense como Yo los he amado. (...) No hay mayor Amor que donar la propia vida por sus amigos”—, parte integrante de la Estrategia de la Supervivencia, conforme publiqué en 1986, en el periódico Folha de S.Paulo.
Elevado Espíritu Social
El avance tecnológico ha derrumbado muchas fronteras y ha hecho que algunas caigan sobre otras. Entre ellas, las económicas y sociales. Sin embargo, la globalización no impedirá la diversidad. En tanto se globaliza, también se da expresión al regionalismo. De varias formas, todo el mundo influye en todo el mundo. No obstante, en diversas partes del planeta aún hay barreras que alejan cada vez más los ricos y pobres. Esto puede traer como resultado consecuencias profundas, de amplitud internacional, como sucedió, por ejemplo, con el fin del Imperio Romano. Sin embargo, esta vez, dichos cambios pueden dar lugar a medidas inusuales en los corazones de piedra, antes contrarios al pragmático espíritu de Caridad, para ser llevados a pensar que hay algunas cosas vitales, incluso para ellos, como... la compasión. (...) La Caridad no es un insignificante sentimentalismo, a lo que a algunos les gustaría reducirla. Acertó, pues, el gran Joaquim Nabuco (1849-1910), primero embajador brasileño en los EUA: “A la lucha por la vida, que es la Ley de la Naturaleza, la Religión opone la Caridad, que es la lucha por la vida ajena”.
¿Qué sería más importante para el fortalecimiento de las comunidades que este elevado espíritu social?
Es posible que igualmente esperemos que el alto significado de la Caridad en la actitud diaria sea el camino completo de la verdadera independencia de cualquier nación.
La Caridad es un asunto serio.
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* Pedagogía del Afecto: en su libro ¡Es Urgente Reeducar! (2019), Paiva Netto expone su propuesta pedagógica de vanguardia, que presenta un nuevo modelo de aprendizaje, que tiene como base la Espiritualidad Ecuménica y une corazón e intelecto. Esta línea educativa está formada fundamentalmente por dos segmentos: la Pedagogía del Afecto y la Pedagogía del Ciudadano Ecuménico. Aplicada exitosamente en la red de enseñanza, en los servicios y en los programas socioeducativos de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), también se aplica en los hogares para ancianos y en los Centros Comunitarios de Asistencia Social sostenidos por la Institución. “Se fundamenta en los valores oriundos del Amor Fraterno, traído a la Tierra por diversos luminares, especialmente Jesús, el Cristo Ecuménico, el Pedagogo Divino”, como afirma el creador de la propuesta, el educador Paiva Netto. La Pedagogía del Afecto se dirige a niños de hasta 10 años y considera que la afectividad presente en los buenos tratos familiares también puede ser un componente de la buena convivencia en el ambiente escolar. El Director Presidente de la LBV suele afirmar: “La estabilidad del mundo empieza en el corazón del niño”. En la continuidad del proceso de aprendizaje, la Pedagogía del Ciudadano Ecuménico, dirigida a la educación de adolescentes y adultos, incentiva al individuo a vivir la Ciudadanía Ecuménica, afirmada en el ejercicio pleno de la Solidaridad Planetaria. Tiene como bandera el Nuevo Mandamiento de Jesús: “Ámense como Yo los he amado. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos. No hay mayor Amor que donar la propia vida por sus amigos” (Evangelio, según San Juan, 13:34 y 35; y 15:13). Para saber más sobre el tema, adquiera la obra de Paiva Netto en: www.amazon.es
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