Teresa y diez monedas
El pueblo dice que el pensamiento es fuerza. Tiene razón. De cierta forma, repite lo que enseñó Jesús en el Evangelio, según San Marcos, 9:23 y 11:24: “Todo es posible a aquel que cree. Lo que pidieres en la oración, creed que habréis de recibir y os será concedido”.
Es evidente que el Divino Profesor no se refería a pedidos absurdos que algunos hacen y después reclaman por no haber sido atendidos... ¿Qué querían?... Sea nuestra Fe que Realiza siempre utilizada a favor del Bien, como en el ejemplo constructivo de Santa Teresa con sus famosas diez monedas.
Malba Tahan, seudónimo del famoso escritor y matemático brasileño Júlio César de Mello e Souza (1895-1974), cuenta, en su libro Lendas do Céu e da Terra [Leyendas del Cielo y de la Tierra], lo que, de memoria, les pido permiso para transcribir aquí, por cuanto es muy ilustrativo:
“Se preparaba Santa Teresa para partir de viaje. Una de las religiosas que con ella vivía le preguntó qué iba a hacer.
“—Fundar una nueva obra al servicio del Bien —respondió la Santa.
“—Y tienes recursos para eso, ¿llevas algún dinero?
“—Diez monedas.
“—¡Diez monedas! —Exclamó atónita la religiosa—. ¡Eso es muy poco!
¿Qué podrás hacer, Teresa, con diez monedas?
“—Sí —replicó la Santa—, tienes razón, realmente. Teresa y diez monedas es muy poco. Pero, Dios, Teresa y diez monedas es todo”.
Resumidamente, esta es la historia contada por el inolvidable profesor Júlio César de Mello e Souza.
El mundo necesita buenos ejemplos de trabajo, de realizaciones que beneficien a toda su población; pero, urgentemente, necesita orar. Esto no hace mal ni deja a nadie alienado, como algunos apresuradamente aún dicen por ahí. Es pura ignorancia de cuestiones vitales que necesitan ser aclaradas. Mientras que el ser humano meridianamente no sepa lo que vino a hacer en este planeta, continuará dando tropiezos por los caminos de la vida, en esta y en otras dimensiones.
Alziro Zarur (1914-1979), inolvidable fundador de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), preconizaba: “La invocación del nombre de Dios, hecha con el corazón lleno de sinceridad, atrae el amparo de los Espíritus Superiores”. (...)
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