Preciosos provocadores intelectuales
Queridos Amigos, estimadas Amigas, preciosos provocadores intelectuales, la existencia humana es, de cierta forma, como la investigación científica. La Ciencia es una provocación diaria. Es la indagación que no cesa. Es la voluntad permanente de descubrir, para que se rompan las fronteras del saber ilimitado.
Y esa búsqueda solo será plena cuando el ser humano finalmente alcance el entendimiento del Espíritu, porque no existe solo la dimensión física para examinar. Debido a esto, nuestra querida Ciencia debe permitirse sobrepasar los límites de la mente, con el fin de encontrarse con el Todo Universal. Les recuerdo que Dios es Ciencia, y nada es más espiritual que Él.
Creo que en este punto se aplique lo que escribí en “Ciencia y Fe en el camino del equilibrio”, para la 1 a sesión plenaria del Foro Mundial Espíritu y Ciencia (FMEC) —realizada en el Parlamento Mundial de la Fraternidad Ecuménica, el ParlaMundi de la LBV, en Brasília/DF, Brasil, entre los días 18 y 21 de octubre de 2000—, y que hice constar en mi obra Cidadania do Espírito [Ciudadanía del Espíritu] (2001):
Investigar ad infinitum
Nada en la Ciencia se encuentra en su forma definitiva. Escapa a la lógica concebir obstáculos infranqueables —también en el campo de la investigación de la existencia del Espíritu— para una especialidad esencial al desarrollo humano, en que investigar, analizar, concluir, investigar de nuevo, analizar una vez más, para concluir en amplitud de reflexión ad infinitum, es la base de su luminosa lucha (...). Principalmente ahora, cuando el mundo se transforma tan de prisa, y el Amor Fraterno no puede vencerse por la indiferencia, por la ganancia, por el dinero.
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