Bezerra, Amor y convivencia planetaria
Al noble espíritu Dr. Bezerra de Menezes (1831-1900) —respetado hombre público brasileño que merece el título de Médico de los Pobres y que cumpliría años el 29 de agosto— dedico este artículo. Él supo amar, como pocos, a su prójimo.
Amar es una ley y, si sabemos vivirla, nos elevaremos, renovando todo a nuestro alrededor. Es como una explosión de átomos que armonizan; iluminación que sucederá, paso a paso, en la medida de nuestra madurez. Educar es transformar. Mejorado el ser humano, restaurado el planeta. Sin embargo, sabemos muy bien que un éxito tan grande no se puede dar de un momento a otro. Algunos milenios son insignificantes en el cálculo histórico. La madurez de las mentes requiere esfuerzo, paciencia. ¿Dónde estaríamos si los que nos antecedieron no hubiesen creído en la realidad de la victoria frente al camino? La esperanza no puede morir. ¡Nunca! Tener esperanza es fundamental.
Jesús es el Libertador Celestial. Él aseguró que, si conocemos la verdad, claro que la divina, ella nos haría libres. Nada en términos solo materiales concederá al ciudadano su carta de libertad. Nadie aprisiona el alma de quien tiene el corazón espiritualmente libre. Me gusta valerme del ejemplo de Gandhi (1869-1948). Muchas prisiones sufrió en la lucha por la independencia de la India. ¿Qué hacía entonces en la frialdad de la cárcel? Escribía, y sus páginas se convirtieron en banderas de libertad no solamente para su pueblo, sino también para otras naciones.
Con mucha propiedad, enseñó el inolvidable Dr. Bezerra: “(...) La plena libertad da la conciencia de la gran responsabilidad (...). ¡El bien tiene gran fuerza de expansión! (...) Un pueblo que tiene fe se cría en una atmósfera moral en la que bebe la fuerza para el cumplimiento de todos los deberes, la más expansiva fuerza de las alegrías del alma, desde la vida terrenal”.
Busquemos, pues, la convivencia planetaria fundamentada en el Amor y en el respeto mutuo, sin olvidar la más elevada concepción de Justicia.
Bonifácio, Kennedy, Shaw y el Mundo Invisible
John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), en su discurso ante el Parlamento, el 28 de junio de 1963, en Dublín, Irlanda, afirmó que “George Bernard Shaw, hablando como un irlandés, sugirió una nueva perspectiva a la vida: ‘Algunas personas’, él dijo, ‘ven las cosas y preguntan: ¿Por qué? Pero yo sueño con cosas que nunca han existido, y me cuestiono: ¿Por qué no?’”.
Y, como un descendiente de inmigrantes irlandeses, JFK continuó: “Más que nunca, tenemos que tener esta cualidad del pueblo irlandés: una notable combinación de esperanza, confianza e imaginación. Los problemas del mundo no pueden ser resueltos por escépticos o cínicos, cuyos horizontes están limitados por las obvias realidades. Necesitamos gente que pueda soñar cosas que nunca fueron y preguntarse ‘¿por qué no?’”.
Ahora bien, esas también son cualidades de nuestro buen pueblo brasileño, iluminado por la esperanza, por peor que sea la situación. En un momento de satisfacción, exclamó el notable José Bonifácio de Andrada e Silva (1763-1838), el Patriarca de la Independencia: “Los brasileños son entusiastas del bello ideal, amigos de su libertad”.
Dichas todas esas cosas, les queda claro a los que “tienen ojos para ver y oídos para oír” que el aprendizaje en este mundo aún es incompleto. La comprensión moderna de la Vida Espiritual es semejante al de la Ley de la Gravitación Universal, de Newton (1643-1727), con las presentes contribuciones de Einstein (1879-1955). Solo como argumento, podríamos decir que no serviría simplemente negarla, porque nuestro saber científico contemporáneo no alcanzó por entero todas las leyes que la rigen.
Realmente, es necesario reiterar esta enseñanza: la reforma de lo social empieza en lo Espiritual. Punto de vista que venimos discutiendo y desarrollaremos en el transcurso de las explicaciones del Evangelio Apocalipsis de Jesús, en Espíritu y Verdad con el prisma de Su Nuevo Mandamiento, “ámense como Yo los he amado”
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