Más agua, menos guerra
Aunque ya he presentado, hace algunos años, en mis libros, artículos y conferencias, ejemplos citados por los medios de comunicación acerca de la tragedia de la guerra por el agua —luchas sangrientas que se arrastran por el globo terrestre desde hace siglos—, es válido reproducir lo que dijo el profesor de Economía Jeffrey Sachs al periódico "The Guardian", el 26 de abril de 2009, y que publiqué en mi reciente obra, Jesus, a Dor e a Origem de Sua Autoridade (Jesús, el Dolor y el Origen de Su Autoridad).
En el texto, titulado "Stemming the water wars" (Frenando las guerras por el agua), el director del Instituto de la Tierra, de la Universidad de Columbia, relata: "Muchos conflictos tienen su origen en la escasez de agua, o se ven agravados por ella. Desde Chad a Darfur, Sudán, el Desierto de Ogaden en Etiopía, Somalia y sus piratas, y en áreas de Yemen, Irak, Pakistán y Afganistán, ocurren en un gran arco de tierras áridas donde la escasez hídrica está produciendo malas cosechas, muerte del ganado, extrema pobreza, y desesperación".
El asesor especial del secretario general de la ONU para los Objetivos de Desarrollo del Milenio hace una grave advertencia al expresar que los gobiernos pierden su legitimidad ante las poblaciones al no ser capaces de atender las necesidades más básicas de su pueblo. Él comenta que políticos, diplomáticos y generales tratan esas crisis como si fuesen problemas comunes en el campo administrativo o militar. Sin embargo, medidas como el reclutamiento de ejércitos, la organización de partidos políticos, el combate a líderes guerrilleros locales o el enfrentamiento a extremismos religiosos, no logran suministrar a las comunidades el agua, el alimento y los medios de subsistencia —que son demandas urgentes— pues el desafío estructural no está resuelto. El economista norteamericano también alerta: "(...) Los problemas del agua no desaparecerán por sí solos. Por el contrario, empeorarán a menos que nosotros, como comunidad global, articulemos una respuesta. Una serie de estudios recientes muestra lo frágil que es el equilibrio hídrico para varias partes del mundo empobrecidas e inestables".
He aquí una seria advertencia del profesor Sachs. Es más que improrrogable el empeño conjunto en torno a la resolución de problemas como este, conforme observamos que sucede en el Estado de São Paulo, Brasil. El agua es un bien básico, sin el cual no puede existir vida. Su justa distribución necesita estar por encima de intereses políticos-religiosos, económicos y militares. Solo una movilización internacional puede poner fin al drama vivido por nuestros Hermanos en humanidad y, dentro de poco, por nosotros mismos.
Conviene concretamente que pidamos la ayuda de Dios, del Cristo y del Espírito Santo, para tomar decisiones con el fin de que, con mayor eficacia, encaminemos providencias correctas, de modo que alcancemos un buen desenlace para tan grave problema que asola a multitudes. Con mucho acierto, Alziro Zarur (1914-1979) enseñó que "el secreto del gobierno de los pueblos es unir la Humanidad de la Tierra a la Humanidad del Cielo [Espiritual Elevado]".
Es decir, necesitamos oír a los integrantes del Mundo (aún) Invisible, por medio de la oración, de la invocación directa, de la meditación o de la intuición.
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