Precioso Tesoro
En las vibraciones de la Navidad de Jesús, no hay mejor ocasión para desearles un próspero Año Nuevo.
El Salvador de los pueblos pasó por la Tierra y, para liberarnos espiritualmente, tuvo que pagar un precio muy alto. Pero, venció. Venció y dejó la enseñanza de que, al azote del dolor, surge la Luz.
El sufrimiento no debilita el alma del ser humano integrado en Él, el Cristo Ecuménico, por lo tanto, universal, el Divino Estadista. Por el contrario, eleva al individuo al seno compasivo de Su Creador. Allí, la persona se calma, porque Él es la Luz indeleble de la Caridad Celestial. Y conoce, finalmente, la verdadera realización material y espiritual.
¡Y ve! Ve de verdad, en el plano físico, más allá de los límites estrictos del horizonte terrestre, que no pueden escatimar más la visión del Mundo Infinito, donde reina la alegría inefable de la Navidad Permanente. Y ella, la criatura, comienza a distinguir de dónde viene el poder que no se corrompe en la promiscuidad del fango de la corrupción humana. Y así se va liberando del mal.
¡Es Navidad!
Una vez más perdura la Esperanza, porque Jesús nace nuevamente, resucitando todos los días en los corazones de los que Lo aman.
Oración
Y a Él, Jesús, dirigimos esta súplica.
Te damos gloria, oh Sublime Redentor, porque, si resucitaste, así como ocurrió en realidad, Lo hiciste para que vivamos en Tu Amor, en Tu Clemencia, en Tu Misericordia, pero con vida, también, en Tu Justicia.
Creemos en Ti, y este es el verdadero tesoro que nos sostiene y acompaña por la existencia eterna.
Estamos, sin ninguna vanidad, orgullosos de ser Legionarios de la LBV, Cristianos del Nuevo Mandamiento de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, colaboradores y voluntarios de la Buena Voluntad Divina.
Las luchas sirven para fortalecernos en Ti, oh Santo Libertador, quien nos libra de las injusticias del mundo.
ServirTe, Jesús, es el privilegio de los que han entendido el verdadero destino de los peregrinos de los caminos terrenales.
Si las piedras hieren los pies descalzos, el corazón y la mente aprenden a perseverar en el camino que, con infalibilidad, conduce al que persiste al momento de, redimido, besarTe las manos y, como hiciste hace dos milenios a Tus Apóstoles, lavarTe los pies; porque, también Tú, Razón de nuestras vidas, marchaste, descendiendo hacia nosotros, mientras que, por Tu Amor, por Tu Misericordia, nos elevamos hacia Ti.
He aquí otro acto de Tu Infinita Generosidad.
Contigo deseamos quedarnos, trabajando mucho, ya que no apruebas la ociosidad, esperando el toque de la trompeta de Josafat, es decir, la señal de la transición de los tiempos. Gracias, Señor, por la Fe que diviniza y con la que nos revistes, para que no tengamos que esperar la muerte para verTe más claramente y servirTe filialmente.
¡Somos Tus tutelados!
Qué más podríamos aspirar, puesto que eres nuestro precioso tesoro, aquel que los seres humanos instintivamente buscan, muchas veces sin saber siquiera definirlo en toda esa grandeza: ¡el Amor Fraterno, que es también uno de Tus nombres!
Gloria a Ti, Jesús, el Resucitado Celestial, que nos has sacado de la orfandad, por Tu Sacrificio Indescriptible, llevándonos a los brazos del Padre Divino.
No vivimos sumidos en las peleas estériles de la intolerancia de todos los colores. Acéptanos, Señor, como Tus humildes cirineos. Gloria a Ti, Jesús, nuestra Brújula que nos orienta al camino acertado. De esta Brújula que eres Tú, no renunciaremos jamás.
¡Que así sea!
¡Gloria a Dios en las Alturas, y Paz en la Tierra a los Hombres, a las Mujeres, a los Jóvenes, a los Niños y a los Espíritus, las Almas Benditas, de la Buena Voluntad de Dios!
¡Quien confía en Jesús no pierde su tiempo! Porque Él es el gran Amigo que no abandona a un amigo en medio del camino.
¡Cuanto más cerca de Jesús, más lejos de los problemas!
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