Jesús, el Cristo Ecuménico y Su Regreso Triunfal
La Navidad y el Año Nuevo, dos conmemoraciones hermanas. En el Año Nuevo resurge un nuevo tiempo y en la Navidad revive Jesús; renace pues la Esperanza del mundo. El inolvidable Fundador de la LBV, Alziro Zarur (1914-1979), en la revista Boa Vontade nº 18 (diciembre de 1957), nos habla un poco sobre nuestra concepción de la Navidad del Cristo de Dios:
— Desde la creación de la Campaña de la Buena Voluntad, el 4 de marzo de 1949, nuestra introducción musical es la Canción de la Navidad de Jesús. Muchos se extrañaron que la melodía navideña precediese nuestro mensaje radiofónico todos los días del año. Hoy, sin embargo, ya entienden esto: la Legión de la Buena Voluntad es la Navidad Permanente de Jesús, por un Brasil mejor, por una Humanidad más feliz. Cristo nace todos los días, en el corazón de aquellos que saben sufrir y amar, aquellos que formarán un solo rebaño con un solo Pastor.
En el libro Brasil y el Apocalipsis, volumen III, señalo que el hecho más destacado de toda la Historia de la Humanidad, visible o invisible, es el Regreso de Jesús Ecuménico, por supuesto sin cadenas. Basta ver que Él mismo, además de anunciar varias veces, en el Evangelio y en el Apocalipsis, Su regreso triunfante a este mundo, dedica un sermón entero al Fin de las Épocas (San Mateo, 24 y 25), que es también el inicio de una Era novedosa, singularizada en el Jerusalén Celestial, constante del Libro de las Profecías Finales (capítulo 21, versículos 2 y 10). ¿Cuál es la culminación de Su discurso? Justamente la Parusia, es decir, Su Regreso Glorioso.
Jesús seleccionó a la Humanidad
El Espíritu magnífico que creó este mundo — después de aguardar, pacientemente trabajando por la evolución espiritual de aquellos que el Padre Celestial Le entregó para el progreso infinito*1 — regresa para recoger el fruto de Su generosa siembra. Además, dentro del supremo concepto del libre albedrío, la elección de Cristo fue por la Humanidad y su redención, encarnando, Él mismo, el real sentido de la Democracia Divina, tal y como podemos leer en esta reflexión del pastor presbiteriano y profesor Jerônimo Gueiros*2 (1870-1953), que fui a buscar en el histórico Jornal da Boa Vontade n° 4 (1969), del cual honrosamente fui redactor responsable:
— ¡La libertad de conciencia no puede morir! Atributo de las excelencias morales del hombre, fundamento psíquico de la responsabilidad, aureola semidivina con que Dios encendió en el rostro de Su criatura el brillo incorruptible de Su majestad en la Tierra — la libertad fue por el propio Dios tan acatada y considerada que, en la suprema soberanía de su gobierno moral, no la quiso violar, ni aún por el interés eterno de esa criatura privilegiada que Él hizo a Su imagen y semejanza (...)”.
Jesús derrotó al espíritu del mal, que es la máxima figura del error (San Mateo, 4:1 al 11), que Lo tentara en el desierto, mirando Su excelsa tarea de redimir las faltas humanas, elevándolas todas al Padre Celestial.
El presentimiento de todos
La cuestión es que todos presagian algo profundamente significativo para sus existencias, en esta o en la Vida eterna, en esta o en otra dimensión. Las culturas humanas, de las más diferentes formas, desde hace mucho presienten un acontecimiento superior que marcará la historia de este planeta. Para muchos, se trata del glorioso regreso del Divino Jefe de la Humanidad. Como ya vimos, los cristianos esperan a Cristo; los Hermanos judíos, a su vez, continúan anunciando, en breve, la tan esperada venida del Mesías; los budistas, el Señor Maitreya; el Islam, el Madi, y así en adelante. Es algo altamente místico y arraigado en el alma humana.
En todos los corazones, de una forma o de otra, sintonizados en los mensajes de los Cielos, se oyen los acordes de la indecible y profética melodía que alegrará sus oídos e iluminará sus existencias. Es el premio a la fidelidad a Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida” y que aparece en diferentes culturas con distintos nombres.
Los Papas anuncian el Regreso de Jesús
Tamaña es la gravedad de la hora que atraviesa el mundo, que muchas voces se levantan para proclamar que Jesús viene, iluminadas por el Poder de Dios. De esta forma nadie, sea cual fuera su creencia, podrá argumentar que no lo sabía.
Se escuchan aquí, aunque resumidamente, la palabra de papas de la envergadura de:
Juan XXIII (1881-1963): — El Regreso de Cristo está próximo.
Pablo VI (1897-1978): — El regreso de Cristo es inminente. (Audiencia General, del 13 de mayo de 1970.)
Y en el Misal Romano, existe este anuncio inolvidable:
— (...) esperamos el regreso glorioso de Jesucristo Nuestro Salvador.
Juan Pablo II y el Advenimiento
En la homilía del papa Juan Pablo II (1920-2005), del 6 de diciembre de 1981, también podemos leer:
— (...) El discurso de Pedro sobre el advenimiento se orienta sobre todo a los últimos tiempos, para “el día del Señor”; aquellos que experimentaron la primera venida, con razón, viven en la expectativa de la segunda; conforme la promesa del Señor.
En la lección de Pedro parece característica la “dialéctica” de la eternidad y del tiempo, antes, mejor del “tiempo de Dios” y del “tiempo del hombre”. Como es sabido, en las comunidades cristianas de los primeros siglos, fue intensa la expectativa de la parusia, o sea, de la segunda venida, del segundo advenimiento de Cristo. Algunos empezaban a dudar de la veracidad de esta promesa. El fragmento de la segunda epístola de San Pedro (...) responde a estas dificultades: “`Pero existe una cosa, queridísimos, que no debéis ignorar: un día ante el Señor es como mil años, y mil años como un solo día” (2da. Pedro 3, 8).
Quiere decir esto: vosotros, hombres, tenéis vuestra concepción del tiempo, sus unidades de medida, el calendario y el reloj; tenéis vuestros criterios, según los cuales creéis que el tiempo se prolonga demasiado o corre con excesiva velocidad. Vivís en el tiempo, vividlo a vuestro modo, y así debe ser; pero no transfiráis esta concepción a Dios, pues para Él vuestros mil años son como un solo día; y un día es como vuestros mil años. Por eso, no juzguéis con vuestras categorías y no digáis que Dios se apresuró o se tarda.
Mensaje del pastor Jonas Rezende
Y, en su obra Salmos para el Espíritu*3, el noble pastor, profesor, filósofo y escritor Jonas Rezende nos habla sobre el impacto transformador del mensaje traducido por Cristo al presentarnos a un Dios misericordioso, la Divinidad en nosotros, presente en este mundo y en nuestra vida. Unión capaz de alterar para siempre el quehacer diario de los pueblos, con indelebles lecciones de humanidad y compasión:
— No basta la noción de progreso económico y tecnológico. Ni las conquistas de la ingeniería genética, o la “aldea global”. El hombre post moderno necesita de una ética que respete la vida y las diversidades; que, por encima de todo, considere el desnivel económico entre las naciones. Pero, la fe pide también un mundo en el cual, en el decir del apóstol San Pablo, Dios es todo en todos. Una base teísta. No el Dios explicativo de los fenómenos cósmicos, sino el Dios bíblico. El Dios de los salmos. El Dios que interactúa personalmente con el ser humano. Señor de la Historia y Padre nuestro que está en los cielos y en nosotros. El Dios que tenga el rostro de Jesús de Nazaret. Solo el Dios de Jesús equilibra y corrige los desvíos de nuestro humanismo.
Y aquí están, en síntesis, las bases del mundo que soñamos y que vamos a construir con la ayuda divina. El Padre está comprometido con este proyecto. El verdadero mensaje de Navidad coloca a Dios en la tierra; la trascendencia se hace carne, para vivir con nosotros. Confíe. Espere. Trabaje.
Emmanuel y la Infinita Misericordia de Cristo
Emmanuel, en su obra A Caminho da Luz [En el camino de la luz], en la psicografía del inolvidable Chico Xavier (1910-2002), da un recado excelente sobre el Señor Jesús:
— El determinismo del amor y del bien es la ley de todo el Universo y el alma humana emerge de todas las catástrofes en busca de una vida mejor. Solo Jesús no pasó por el camino doloroso de las razas, objetivando la dilaceración de todas las fronteras para el abrazo universal. Él es la Luz del Principio y en sus manos misericordiosas reposan los destinos del mundo. Su corazón magnánimo es la fuente de la vida para toda la Humanidad terrestre. Su mensaje de amor, en el Evangelio, es la eterna palabra de la resurrección y de la justicia, de la fraternidad y de la misericordia. Todas las cosas humanas pasaron, todas las cosas humanas se modificarán. Él, no obstante, es la Luz de todas las vidas terrestres, inaccesible al tiempo y a la destrucción.
Mientras hablamos de la misión del siglo XX, contemplando a los dictadores de la actualidad, que se convirtieron en verdugos de las multitudes, es necesario volver los ojos suplicantes hacia la infinita misericordia del Señor, implorándole paz y amor para todos los corazones.
Salve, pues, la Navidad Permanente de Jesús, el Cristo de Dios, el Cristo Ecuménico, por esto, Aquel que, gravitando por encima de las discordias humanas, generosamente, aplaude el valor que existe en todos los sectores de la vida humana, cualesquiera que sean, la Educación, la Política, la Filosofía, la Ciencia, la Economía, el Arte, el Deporte, etc., a despecho de cualquier diferencia. Que la Divina Paz fortalezca a todas las familias y los lugares de aquellos que piensan vivir solos, cuando, sabiéndolo o no, están acompañados por sus dedicados Ángeles Guardianes. Y que juntos luchemos, bajo los auspicios de la Paz, como preconizaba Alziro Zarur, “¡por un mundo mejor y por una Humanidad más feliz!”.
¿Cómo, Malraux?
No fue sin motivo que André Malraux (1901-1976), intelectual de los más festejados, famoso ministro de cultura de Francia, manifestó un grave pensamiento:
— El siglo XXI será religioso o no existirá.
No obstante, estimado Malraux, no más Religión como trágico conflicto, pero sí, como el procedimiento eterno del Amor Divino, que quiere que nos amemos los unos a los otros, como Jesús nos enseña en el Evangelio según San Juan, 13:34 y 35; y 15:13:
— Nuevo Mandamiento os doy: Amaos como Yo os he amado. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos, si tuviereis el mismo Amor los unos por los otros. No hay mayor Amor que donar la propia Vida por sus amigos.
Por esto mismo, San Juan Evangelista escribió en su Primera Epístola, 4:7 a 9 y 16 a 21:
7 Amados, amémonos unos a otros; porque la Caridad es de Dios; y cualquiera que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.
8 Aquel que no ama no conoce a Dios; porque Dios es Amor, Dios es Caridad.
9 En esto se manifestó la Caridad de Dios para con nosotros: Dios envió a Su Hijo Unigénito al mundo, para que por Él vivamos.
(...)
16 Y nosotros conocemos, y creemos en el Amor que Dios nos tiene. Dios es Amor, Dios es Caridad; y quien está en Caridad está en Dios, y Dios en él.
17 En esto es perfecta la Caridad para con nosotros, para que en el Día del Juicio tengamos confianza; porque, como Él es, somos nosotros también en este mundo.
18 En la Caridad no hay temor, sino que la perfecta Caridad lanza fuera el miedo; porque el miedo tiene consigo el castigo, y el que teme no es perfecto en la Caridad.
19 Nosotros Lo amamos porque Él nos amó primero.
Y Dios nos amó primero, por intermedio de Cristo Jesús, sublime expresión de Fraternidad vista en este mundo.
20 Si alguien dice: Amo a Dios, y odia a su hermano, es mentiroso; pues aquel que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
21 Ora, tenemos de parte de Él este mandamiento, que aquel que ama a Dios, ame también a su hermano.
He aquí el mensaje permanente de la Navidad de Jesús y de un Año Nuevo en el que haya más humanidad de la humanidad para la Humanidad. Y si “el siglo XXI (...) no existirá” si no fuera religioso, que lo sea más: transmútese en el gran abrazo de las religiones, en gloriosa Religión de Amor y de Fraternidad.
* * *
*1 Lea, en el capítulo 17 del Evangelio del Cristo Ecuménico según San Juan, en Su célebre “Oración Sacerdotal”.
*2 Jerônimo Gueiros (1870-1953) — Nació en Queimadas de Santo Antônio/ Pernambuco, en 1870. Fue pastor presbiteriano y catedrático de Portugués. Impartió clases en la Escuela Normal de Rio Grande do Norte. En su apostolado, ejerció el cargo de director del Seminario Presbiteriano del Sur (Campinas); profesor y presidente del Seminario Evangélico del Norte (Recife). Escritor talentoso, presidió la Academia Pernambucana de Letras. Falleció en Recife/Pernambuco, en 1953.
*3 Salmos para el Espíritu — Publicado por la Editora Mauad, Rio de Janeiro, 2002.
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