Spinoza, Lao-Tsé y la naturaleza divina de la materia
En mi página “Ciencia y Fe en el camino del equilibrio”, expliqué sobre Baruch Spinoza (1632-1677), autor de amplios sistemas metafísicos que influenciaron e influencian a grandes pensadores. “Desconozco por qué la materia sería indigna de la naturaleza divina, puesto que, fuera de Dios no puede existir ninguna sustancia dotada de naturaleza divina... Por esto, de ninguna manera se puede asegurar que... la sustancia extensa... es indigna de la naturaleza divina, desde que eterna e infinita”, destacó el famoso filósofo.
El 29 de abril de 1993, en mi columna en el diario Correio Braziliense, escribí que, durante mucho tiempo, se consideró la materia un obstáculo para el Espíritu. Sin embargo, dejará de serlo a medida que percibimos y respetamos su función superior. (...)
El perjuicio no está en la materia, o en lo que quedó de ella después de la reforma de la Ciencia Física instituida por Einstein (1879-1955), sino en el uso que hacemos de ella.
Planeta de apariencias
El gran mal, que todavía dificulta a los cerebros excesivamente escépticos vislumbrar horizontes en la esfera del Espíritu, es querer aceptar solo los hechos desde el punto de vista físico absoluto. Se olvidan de que el “Todo”, en realidad, está sometido a la acción de Sublimes Poderes. Estas Fuerzas nos ponen en una postura diferente a la de las mentes petrificadas que lo tienen como probabilidad legítima, ya que esta perspectiva no pasa de una gran ilusión. Lo que se comprende como inexistente es lo real. Ya no asusta el descubrimiento, en la Mecánica Cuántica, de que el “vacío” es una realidad. La Ciencia de vanguardia ya había definido el átomo como, sustancialmente vacío. Pero ¿qué es el vacío en definitiva? Sobre el tema, comenta el físico brasileño Juliano Carvalho Bento, quien me honra con su lectura y audición: “La Ciencia hoy demuestra que podemos observar en la ‘nada’ física, es decir, en el vacío absoluto (que por sí solo ya no es posible detectar en la Naturaleza, por existir solamente en condiciones ideales) la existencia de un residuo de energía que, según la física clásica, no puede ocurrir. Esto solo fue posible verificarlo con el advenimiento de la Mecánica Cuántica, pues, si ese vacío total existiera, sería contrario al Principio de Incertidumbre de Heisenberg, que evidencia que debe haber una energía mínima, debido a ese postulado físico, la base de la Teoría Cuántica. Así lo confirmó el llamado efecto Casimir, en el que se detectó que dos placas metálicas paralelas neutras en el vacío se atraen por el hecho de que surge una fuerza proveniente de esta energía del vacío. La supuesta ‘nada’ esconde muchas cosas. Como asegura Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, en Su Evangelio, según San Mateo, 10:26: ‘(...) no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni nada oculto que no haya de saberse’”.
La actuación de lo visible en lo invisible
En el libro Tao Te Ching, también llamado El Libro del Camino y la Virtud, el filósofo chino Lao-Tsé (570-490 a. C.) enseñó: “Treinta rayos convergentes en el centro / forman una rueda, / pero solamente los vacíos entre los rayos / son los que facultan su movimiento. / El alfarero hace un vaso, manipulando la arcilla, / pero es el vacío del vaso lo que le da utilidad. / Las paredes son masas con puertas y ventanas, / pero solamente el vacío entre las masas / les da utilidad. / Así son las cosas físicas, / que parecen ser lo principal, / pero su valor está en lo metafísico”.
El tema es realmente estimulante y nos lleva a elevadas reflexiones sobre la existencia humana y el papel que desempeñamos en el contexto del universo. Volveré al tema.
Los comentarios no representan la opinión de este site y son de responsabilidad exclusiva de sus autores. No se permite la publicación de materiales inadecuados que violen la moral, las buenas costumbres y/o los derechos de terceros. Más información en Preguntas frecuentes.